Defendamos nuestra super Constitución
Todos los políticos de baja estofa, que son la mayoría, creen que pueden hacer lo que les dé la gana una vez que ganan unas elecciones para alcalde, gobernador regional y ni que decir congresistas o presidente de la república. Y para justificar sus incompetencias, incapacidades y males de sus ciudadanos tienen una respuesta concertada, un estribillo generalizado que consiste en echarle la culpa de todos los males a la Constitución.
Y la Constitución que tenemos ha demostrado que está hecha a prueba de balas. No han podido con ella todos los presidentes que hemos tenido a partir de su proclamación, García, Toledo, Humala, Kuczynski, Vizcarra, Sagasti, Castillo. El único que le sacó la vuelta en parte –y gravemente- fue Vizcarra al disolver el congreso por negación fáctica de confianza –que no existe en la constitución- con el funesto ministro del interior Morán y los tetelemeques de siempre del tribunal constitucional, esa vez presidido por la zurda Ledesma.
Se anticipó incluso a los revoltosos de ahora al no mencionar siquiera la asamblea constituyente, les cerró la puerta a todos los golpistas e iluminados políticos del futuro protegiendo a los ciudadanos y a la República de posibles aventureros u osados “demócratas” que quisieran ir contra el pueblo, el pueblo de verdad, todos, y no de unos cuantos adalides o caudillos revolucionarios o revoltosos de cualquier pelaje.
Ahora, los de izquierda quieren perforarla o abrirle puertas falsas arrogándose ser portavoces de las necesidades del pueblo cuando todos sus gobernantes locales o regionales están presos o en camino de serlo. No pueden exhibir un solo gobierno de izquierda exitoso en el mundo y se sienten los salvadores y mesías del “pueblo”. Ellos que son expertos en someter, empobrecer y esclavizar al pueblo. Revisemos la historia antigua y reciente en América.
Solo necesitamos mantener vigente nuestra constitución y defenderla con todas nuestras fuerzas para ponerle freno a cualquier aventura o revuelta, defenderla incluso de nuestros gobernantes, los últimos dos –la actual y el golpista- absolutamente ignorantes, veleidosos y tembleques en asuntos de Estado. Igualmente, de los gobernadores regionales y autoridades locales que siendo ellos los verdaderos responsables de las penurias del pueblo miran para otro lado y todavía sienten que tienen autoridad para reclamarle al gobierno, central y a la “constitución”.
Ojalá que los pocos políticos rescatables, responsables y patriotas tengan la enjundia necesaria para no dejarse vencer y logren hacer respetar nuestra constitución, ésta, que nos sacó de la pobreza, disminuyo la desnutrición y la anemia, mejoró el sistema vial y la cobertura de agua en muchos pueblos, etc. y nos ha hecho tener una vida social y económica aceptable los últimos 30 años, incluso a pesar de nuestras ineptas, cuando no corruptas autoridades.
Mientras siga vigente nuestra Constitución estaremos garantizando nuestra paz, tranquilidad, industria, trabajo, salud, carreteras, aeropuertos, instituciones públicas, etc.; es decir, nuestra vida como ciudadanos civilizados. Que se pueden hacer algunos cambios, por supuesto, la misma Constitución nos da el derrotero para hacerlo, algunas cosas deben y pueden cambiar, los nuevos tiempos y adelantos, la evolución y el desarrollo nos plantean desafíos racionales e inteligentes.
Pero ello respetando las leyes, el estado de derecho y la responsabilidad ciudadana que exijan las circunstancias. Solo podremos avanzar, desarrollarnos y progresar con orden y con respeto a las leyes; el adelanto de las elecciones no está en el ordenamiento legal, pero si en una situación de crisis extrema, como la actual, tuvieran que realizarse, excepcionalmente, se tendrían que hacer con todas las garantías de legalidad, transparencia, orden, tranquilidad y legitimidad siguiendo los cauces constitucionales sin perforar o torpedear las reglas establecidas y respetando el estado de derecho.
Que la grita, la turba, la calle, la oclocracia de unos cuantos o la debilidad y falta de responsabilidad de nuestras actuales autoridades, no abran un camino o ruta irreversible para destruir nuestra democracia, nuestro presente y el futuro de las nuevas generaciones.
José Falconi – Docente y Egresado de la Maestría en Comunicación UNSA