Dina, las encuestas y el mensaje presidencial

Hugo Amanque Chaiñaagosto 1, 20259min0
Hugo Amanque Chaiñaagosto 1, 20259min0

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Dina, las encuestas y el mensaje presidencial

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El último discurso presidencial de Dina y las encuestas de CPI e Ipsos muestran, a cualquier observador, una inmensa desconexión de la realidad de la presidenta respecto de la situación nacional y el masivo desprecio ciudadano hacia ella en todos los ámbitos del país sin importar estrato social, edad o sexo.

Imposible entender la soberbia gubernamental de una funcionaria que tiene el 97% de rechazo ciudadano y una aprobación que apenas llega al 2.1%, menor al margen de error muestral de 2.8%. Solo un agudo e interesado trastorno de disociación gubernamental puede explicar semejante padecimiento nacional.

Hay que estar trastornado, desconectado, de la realidad nacional para presentar un país de maravillas en medio de una destrucción económica, política, institucional, social y moral. No es sólo la presidenta quien presenta este interesado trastorno de desconexión, también lo evidencian sus aliados que la apoyan y dan soporte. Arguyendo una supuesta estabilidad gubernamental y tranquilidad nacional, optan por sus negocios y negociados, antes que al interés nacional.

La última encuesta de CPI es brutal, su simple lectura hubiera sugerido un mensaje presidencial diferente, resalto algunos puntos:

  1. El rechazo a la presidenta, como de costumbre, es unánime y masivo. Para ella que, para victimizarse, gusta resaltar su condición de provinciana y mujer, hay que informarla que las mujeres (97.5%) la desaprueban más que los hombres (96.6%), y los provincianos (97.7%) más que los capitalinos (95.7%).
  2. Desde enero del 2023, su aprobación descendió más de 19 puntos, de 21.2% a 2.1% y, su desaprobación puntos subió 26.4 puntos, de 70.6% a 97%: En Lima, su desaprobación subió 26.5 y su aprobación bajo 26 puntos. Nadie que realice una regular o buena gestión aumenta, sostenidamente, su rechazo y disminuye su aprobación. Los ciudadanos ven un Perú y gobierno ajeno a la visión gubernamental.
  3. La percepción sobre la capacidad presidencial es lapidaria, ni Castillo, que es decir mucho, llego a ese nivel. Los ciudadanos que la consideran capaz (0.6) y muy capaz (0.3) no llegan ni al 1% y quienes la consideran incapaz (36) y muy incapaz (57.6) representan el 93.6%. La presidenta, que gusta exaltar su capacidad y “su extraordinario gobierno” va contra la percepción ciudadana nacional.
  4. Los ciudadanos, abrumadoramente, más del doble, desean que Dina deje el poder “lo antes posible” (70%) y no esperar hasta julio del 2026 (29%), para ellos, lo deseable, estable, tranquilizador es que dejen el gobierno ahora y no después.
  5. Para los peruanos, nada clarividentes, si acostumbrados a ver presidentes presos, Dina irá a la cárcel (50.7%), tendrá muchas investigaciones (11.1), se fugará o pasará a la clandestinidad (10.5), tendrá por muchos juicios (9.8) y múltiples denuncias (3.8), pedirá asilo político (2.2) y evadirá la justicia (1.1). Quienes consideran que no le pasará nada (0.4%) no llegan ni al medio punto. Que percepción para más nefasta, dolorosa y vergonzosa de nuestra presidenta y su gobierno. Lo que pronosticamos hace 2 años, hoy es una certeza ciudadana nacional.
  6. Otro rasgo ofensivo para el ciudadano es el aumento del sueldo presidencial dado por la ella misma. Se subió el sueldo de 16,000 a 36,000 soles. Los ciudadanos rechazan dicho aumento en un 98.2% y apenas el 1.4% lo aprueba.
  7. La ciudadanía no cree en el mensaje de la nación en un 87.6%, cree poco 11.8% y cree mucho 0.2%. Finalmente, la presidenta hizo lo que le dio la gana, ofendió a los ciudadanos, por más de cuatro horas, con un discurso tan desconectado de la realidad.

Esa patética percepción ciudadana, publicada por CPI, 2 días antes del discurso, se complementa con otra más cualitativa, difundida por Ipsos. Esta pide a los ciudadanos que definan a la presidenta en una sola palabra, brutal es constatar que la califican como “corrupta”, “mala”, “incapaz”, “inepta”, “inútil”, “ladrona”, etc. etc. etc.

La peor degradación de la investidura presidencial viene de la presidenta misma y su gobierno, el mayor perturbador de la estabilidad gubernamental y tranquilidad nacional es el gobierno y su presidenta. Indigno es aceptar que quienes apoyan y dan soporte a esa calamidad gubernamental sean las mafias consolidadas en el congreso lideradas por Keiko y Fuerza Popular, Acuña y APP, Cerrón y PL, López Aliaga y Renovación Popular, Acción Popular, Somos Perú, Avanza País, Podemos y los tránsfugas que mal utilizan el término magisterial.

La realidad ciudadana, es un mundo paralelo, a la percepción de un gobierno congresal infestado de criminales. Lo que se reprocha, califica y describe de la presidenta es lo que define a la mafiosa coalición gubernamental que lo protege.

Estos días, comentando el discurso presidencial, han aparecido otros desconectados, interesados, de la percepción ciudadana, 3 bloques son notorios: líderes empresariales y políticos, incluso ajenos al gobierno, llaman a mantener a Dina en el gobierno, en beneficio de la “estabilidad gubernamental” y “tranquilidad ciudadana”; su interés, claro está, no es el país, sí sus negocios y negociados con el gobierno.

Otro bloque, gremios como la CONFIEP y CGTP, mediante valorable comunicado conjunto, expresando un diagnóstico crítico de la realidad, se resignan en un dejar hacer y dejar pasar a la mafia gubernamental invocando reformas que esta no puede ni debe realizar; sufridos en el diagnóstico y perdidos en la salida, solo los queda invocar una agenda común a los futuros candidatos.

El tercer bloque está repleto de troles travestidos de ciudadanos, defendiendo lo indefendible e insultado a diestra y siniestra, desde el anonimato de las redes sociales. Todos dan la impresión de que padecemos un trastorno nacional de disociación o desconexión de la realidad. Felizmente, para él Perú, no es así; son el gobierno, sus aliados, troles y socios en sus negociados quienes padecen ese trastorno tan interesado en sus beneficios y perverso con el Perú.

No nos equivoquemos, más que un trastorno psicológico gubernamental de desconexión de la realidad es una disociación construida e interesada para satisfacer los intereses particulares y criminales de la mafia gubernamental. Dina, su gobierno y aliados, son conscientes de su desastre nacional, nula aprobación y masivo desprecio ciudadano, se aferran al gobierno para seguir delinquiendo, “hacer caja”, organizar su fuga, defensa y libertad post gobierno y, en la medida de lo posible, seguir gobernando, mediante una reelección congresal ya en curso. Solo un real apego a la percepción ciudadana, que sigue expresándose contra el gobierno y, ojalá en las próximas elecciones, nos permitirá recuperar nuestra dignidad, nuestra patria.

 Rudecindo Vega Carreazo – Abogado – Otra Mirada

Hugo Amanque Chaiña


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