¿Han muerto los partidos políticos en el Perú?
En 1871 se funda el primer partido político en el Perú: el partido Civilista liderado por Manuel Pardo, aristócrata y empresario de dinero. Tenía una ideología y objetivos claros: restaurar los valores de la independencia quitando el poder a los caudillos militares y dándoselo a los civiles dentro de un sistema democrático. Tenía, asimismo, una visión de país. Un Perú moderno, con una burguesía fuerte y desarrollo económico que no dependiera de una mono exportación como el guano.
En los años 30 del siglo pasado surgen otros partidos importantes como el APRA y el Partido Socialista (luego convertido en Partido Comunista), cada uno con una visión de futuro del país y líderes reconocidos; el primero liderado por Haya de la Torre y el segundo por José Carlos Mariátegui, intelectuales y políticos con gran ascendencia en la sociedad.
En los años 50 se fundaron el partido socialdemócrata de centro derecha, PPC y Acción Popular con una visión revolucionaria del país para la época. El primero liderado por políticos de talla como Luis Bedoya Reyes, Roberto Ramírez del Villar, Mario Polar y Ernesto Alayza. Por su parte, Acción Popular, tenía como líder al liberal Fernando Belaunde.
Estos son algunos de los partidos políticos que ha tenido el Perú. Todos tienen varias cosas en común: una ideología propia, una visión de país, alcance nacional, organización interna y un líder que supo convocar a un gran grupo de personas alrededor de sus ideas.
¿Tenemos eso ahora? Definitivamente no. Tenemos grupos que logran participar en la política inscribiendo partidos cuyas ideas se mueven como veletas, al soplo del viento. Se inscriben con un programa de gobierno que luego, cuando llegan al poder, desechan sin ningún problema ni cargo de conciencia. Normalmente duran lo que dura un período electoral, cinco años, y luego desaparecen. Tienen “líderes” sin liderazgo ni conocimientos y muchas veces “prestados” solo para participar en un proceso electoral; y sus intereses son básicamente pragmáticos: hacerse del poder, muchas veces por intereses subalternos. Ni ideología propia ni visión de país. Los partidos tradicionales que sobreviven no son ni la sombra de lo que fueron, partidos en los cuales sus fundadores no se reconocerían.
¿Podemos cambiar esta situación?
Yo creo que sí. La esperanza de que surjan nuevos líderes (no caudillos) no debe morir. Los jóvenes ya han demostrado que existe una nueva generación dispuesta a entrar en política. Por el momento se organizan en entidades de la sociedad civil, con una gran presencia en redes y propuestas viables para el país. Allí hay una cantera interesante que podría dar frutos en el futuro. Y los partidos que han sobrevivido a décadas de elecciones pueden renovarse y recuperar sus raíces. Para ello necesitan hacer un recambio drástico de las cabezas, ya que la ciudadanía está cansada de ver las mismas caras.
Y, por supuesto, debemos repensar nuestro país. Los sucesos de estos últimos dos meses nos están enfrentando a la dura verdad: no hemos sido capaces de acometer las dos tareas más importantes que tenemos postergadas desde el siglo XIX: la inclusión social y la institucionalidad que permita un desarrollo económico que llegue a todos los peruanos.
Nora Loredo – Periodista y Comunicadora PUCP – Vigilancia Ciudadana