Las Stigmatas
Santo Francisco de Asís. Año 1224. Septiembre. – «Se retira por cuarenta días con algunos de sus más fieles discípulos, al Monte Alverno (sic), en los Apeninos; y tiene una visión, produciéndose lo que se ha llamado las Stigmatas» (Francisco Agramonte C.- «Diccionario Cronológico Biográfico Universal», Madrid, 1961). Los estigmas.- «Llagas de origen sobrenatural que aparecen en el cuerpo de ciertos místicos cristianos y que reproducen las de Jesús crucificado» (Larousse).
Nuestro bienaventurado padre messer San Francisco, sobre el hecho de la impresión de las llagas en las manos, pies y costado, dos años antes de su muerte, está fuera de duda, cualquiera que sea la explicación científica que se quiera dar (Octavianus A Rieden -Schmucki- «De s. Francisci Assisiensis stigmatum susceptione», 1964).
Estas llagas las tiene a los cuarenta y tres años de edad. En el Monte Alverna, en la Toscana, actual provincia de Arezzo, Italia, tiene una altura de 1,128 metros. Fue una donación al Santo Francisco de Asís de messer Orlando de Chiusi, quien vivía en el castillo de Chiusi al pie de la cresta rocosa del Alverna.
Este monte era un lugar solitario y está poblado de bosque, apropiado para la oración y penitencia de los frailes. Allí fue recibido con la alegría del trino de los pájaros, cantos y gorjeos de bienvenida. Episodio de los pájaros que saludan la llegada de Francisco al Alverna, referido en la «Leyenda Mayor» de San Buenaventura y en las «Consideraciones sobre las Llagas» del autor de las «Florecillas».
Francisco anheló durante toda su vida el martirio por Cristo; no logró el martirio corporal, pero Cristo le reservaba otro martirio más meritorio: el de su transformación en el Crucificado. En oración conspicua, «comenzó san Francisco a contemplar con gran devoción la pasión de Cristo Jesús y su infinita caridad. Y crecía tanto en él, el fervor de la devoción, que se transformaba totalmente en Jesús por el amor y por la compasión.
Estando así inflamado en esta contemplación, aquélla misma mañana de la fiesta de la Exaltación de la Cruz, viernes de la semana, vio bajar del cielo un serafín con seis alas de fuego resplandecientes. El serafín se acercó a san Francisco en raudo vuelo tan próximo, que él podía observarlo bien; vio claramente que presentaba la imagen de un hombre crucificado y que las alas estaban dispuestas de tal manera, que dos de ellas se extendían sobre la cabeza, dos se desplegaban para volar y las otras dos cubrían todo el cuerpo».
«Absorto, le reveló el que se le aparecía que, por disposición divina, le era mostrada la visión en aquélla forma para que entendiese que no por martirio corporal, sino por incendio espiritual, había de quedar él totalmente transformado en expresa semejanza de Cristo crucificado. Refiere Francisco después de su tránsito: «Aquella visión engendró en mi tanta compasión, que me parecía sentir en mi propio cuerpo la Pasión; y a su presencia, todo este monte resplandecía como el sol. Después de algún tiempo, Cristo partió y retornó al cielo, y yo me hallé marcado por estas llagas. El mismo Jesús Cristo en forma de serafín con sus propias manos imprimió en mi cuerpo estas cinco llagas como Él las había recibido en el suyo en la cruz. Contemplé devotamente el amor sin medida de Cristo crucificado y el desmesurado dolor de su pasión» (locución al hermano Mateo de Castiglioni Aretino, 1282.
El día de la liturgia que conmemora ocho centurias de la «Estigmatización a San Francisco» es el 17 de septiembre de 2024. San Buenaventura narra que este hecho del don de las llagas, que son las señales de la Pasión es para Francisco, estandarte de Cristo, en italiano «gonfaloniere»: «Cristo le entregó su estandarte, esto es, la señal del Crucificado».
Javier Azalgara – Abogado