¿Tiene futuro el Partido Aprista en las elecciones del 2026?

Hugo Amanque Chaiñadiciembre 20, 202510min0
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¿Tiene futuro el Partido Aprista en las elecciones del 2026?

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Nació como Alianza Popular Revolucionaria Americana el 07 de mayo de 1924, bajo el liderazgo de Víctor Raúl Haya de la Torre con cinco principios programáticos al comenzar el siglo XX:

1.- luchar contra el imperialismo, 2.- la unidad política de América Latina, 3.- la nacionalización de la tierra y las industrias, 4.- la internacionalización del canal de Panamá, y, 5.- la solidaridad con todos los pueblos oprimidos del mundo.

Fue el 20 de setiembre de 1930 cuando se fundó el Partido Aprista Peruano, auto denominándose “el partido del pueblo”.  El nuevo partido aspiraba arrebatar a las castas tradicionales y dictaduras militares del Perú, la administración gubernamental del país y en ocasiones se alió con sus enemigos políticos lo que generó cismas internos.

Decenas de sus dirigentes y militantes sacrificaron sus vidas en defensa de sus ideales, llegando a las catacumbas y otros perdieron su libertad por varios años en prisiones infames. El partido fue perseguido, excluido, reprimido, golpeado y marginado por décadas por la aristocracia civil y militar que temía perder sus privilegios políticos, económicos y sociales, considerando a los apristas como “subversivos” a inicios del siglo XX.

Pese a la mística y capacidad de sacrificio de sus antiguos militantes, en el historial político partidario del país, los apristas fueron considerados como sectarios e intolerantes, confundiendo la disciplina con la sumisión. Se asemejaba a una iglesia antes que a un partido político. Le dieron el poder absoluto a Haya de la Torre, creyéndolo un mesías que, con la consigna, “solo el aprismo salvará el Perú”, graficaban la intolerancia política respecto a los demás partidos políticos.

Pese a ello, Haya fue elegido presidente de la Asamblea Constituyente en 1979 como reconocimiento a su larga lucha política por sus ideales de una patria más justa, solidaria, democrática y con libertades ciudadanas. Con todos sus errores históricos, el PAP era un partido político que tenía presencia en el país con una organización ideológica, programática y con miles de militantes activos que participaron disciplinadamente en procesos electorales.

Si alguna virtud hay que reconocer al viejo aprismo del siglo XX, es que ninguno de sus líderes, empezando por Haya de la Torre, Manuel Seoane, Luis Alberto Sánchez, Ramiro Priale, Armando Villanueva del Campo, Agustín Haya de la Torre, Carlos Manuel Cox, José Barreto, Luis Negreiros, Luis Felipe de las Casas, y otros, fueran considerados como corruptos, inmorales y rapaces del aparato estatal. Todo lo contrario, fueron intelectuales, austeros, tenían buena formación ideológica, política y solvencia moral.

Escuchar un debate ideológico y programático entre un aprista, un izquierdista y un conservador en las cámaras legislativas del siglo XX, era sinónimo de pedagogía política, lo que hoy no se aprecia en el Congreso de impresentables que hoy tenemos, en los medios de la concentración y menos en las plazas públicas.

Al fallecimiento de Víctor Raúl y desde la década del ochenta del siglo XX y por cuatro décadas consecutivas, Alan García condujo las riendas del viejo partido, hipnotizando a sus militantes y cúpulas partidarias que no se atrevieron a exigirle respeto a la institucionalidad partidaria ni los estatutos.

Santificaron a García convirtiéndolo en el nuevo caudillo del aprismo. Con su locuacidad y verborrea ante las masas, llevo al aprismo a la cúspide y “cielo” del poder político al conquistar Palacio de Gobierno en dos oportunidades. Pero ese mismo personaje, los condujo al peor declive político y moral del cual el aprismo no ha sabido librarse hasta hoy, es decir los condujo al “infierno”.

Hoy en el siglo XXI, se percibe la diferencia entre la generación fundadora del aprismo del siglo XX que lucharon por sus ideales pese a que fueron perseguidos, encarcelados y asesinados, incluido Haya de la Torre, que sufrió una prisión infame, pero se defendió a balazos cuando pretendían detenerlo, respecto de los incondicionales del “alanismo” conocidos como los “dinosaurios” que convivieron con el fujimorismo.

El locuaz García, se suicidó y no estaba preparado para afrontar prisión, persecución, martirologio y luchar por su vida, para limpiar la pésima imagen de su viejo partido ante la opinión pública por lo que prefirió quitarse la vida, siendo ese su peor error histórico pero sus incondicionales, lo han calificado como “un honor y sacrificio”.

García derechizó el partido aprista en su segundo gobierno, promovió una desviación ideológica, lo puso al servicio de los grupos económicos y transnacionales, abandonó los planes de gobierno y no respetó la Constitución de Haya de la Torre. Uno de sus peores errores políticos fue “El Baguazo” en la selva donde fallecieron decenas de peruanos e impuso el TLC a sangre y fuego, lo que aun no se ha sancionado ejemplarmente. No hay que negar que hubo crecimiento económico para los de “arriba”, pero goteo para los de “abajo”.

Lo peor fueron los múltiples casos de corrupción de su segundo gobierno, donde García “no sabía nada” y los funcionarios de segundo y tercer nivel eran los “únicos responsables”. El castigo del electorado peruano se dio en las elecciones del 2016 que ubicó al candidato García en el quinto lugar al obtener tan solo el 5.85% lo que lo obligó a renunciar a la presidencia del partido aprista, pasando ajustadamente la valla electoral obteniendo cinco curules.

El futuro del aprismo como era previsible es incierto después del suicidio de García. En forma reciente, hubo elecciones en el viejo partido, para definir al candidato presidencial al 2026 y el ganador fue Enrique Valderrama, quien obtuvo el 25% de votos de todos los precandidatos, entre los que figuraban “algunos dinosaurios” como, Del Castillo, Mulder, Velásquez Quesquén, Garrido Lecca, etc. El candidato arequipeño, aunque nació en Puno fue “pulverizado” ya que apenas sacó el 2% de votación nacional en las elecciones internas.

Las nuevas canteras de ese viejo partido, especialmente del interior del país, son los que tienen que tomar las riendas del partido de Haya de la Torre y desterrar a las cúpulas capitalinas empezando por los parlamentarios alanistas que hoy tienen y que en una alianza tácita no suscrita en actas, se convirtieron en los hechos en apéndices y furgones de cola del fujimorismo.

Hoy el aprismo no tiene nada de izquierda democrática y tiene un nuevo líder a Valderrama, que no es conocido a nivel nacional más allá de su partido político y no se conoce sus propuestas programáticas, pero con seguridad tratará de ubicarse en el centro político, para desmarcarse de la derecha e izquierda política. Si Valderrama es acompañado de los “dinosaurios” en los mítines políticos, en vez de sumar, le restaran votos.

El poco tiempo para la campaña será uno de los problemas que tendrá que afrontar el partido aprista ya que el candidato presidencial no se ha posicionado en el mercado electoral nacional, salvo que haga propuestas audaces que generen expectativa y confianza en un electorado incrédulo de la partidocracia. En lo personal, dudo que ganen las elecciones ni pasen a la segunda vuelta y con mucho esfuerzo apenas pasarán la valla electoral en las elecciones del 12 de abril del 2026, lo que les permitiría tener parlamentarios y desde la tribuna parlamentaria preparar la campaña electoral para el año 2031.

El viejo partido necesita una refundación orgánica y programática para darle institucionalidad democrática ante el país y recuperar la confianza del soberano y no volver incurrir en el caudillismo histórico. Urge, también una revolución moral con nuevos cuadros con conducta política intachable pública y privada ante la opinión pública. ¿Resucitará el Partido Aprista en las elecciones del 2026?

 Hugo Amanque Chaiña – Periodista y Abogado

Foto Uranio TV

Hugo Amanque Chaiña


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