Estruendoso fracaso del Consejo Nacional de la Magistratura, Junta Nacional de Justicia y Academia de la Magistratura
La dictadura de Juan Velasco Alvarado, creó el Consejo Nacional de Justicia (CNJ) con la finalidad de designar a magistrados capaces y probos para el Poder Judicial. Fue decepcionante frustración. La Asamblea Constituyente de 1978 liquidó el nefasto CNJ, en su lugar, incorporó, en la Constitución de 1979, el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), mantuvo el mecanismo de ratificación, por el Senado, de los propuestos para jueces de la Corte Suprema de Justicia de la República; combinación de meritocracia con democracia.
Al menos funcionó mejor que el CNJ. El Congreso Constituyente Democrático de 1992, aprobó la Constitución de 1993, continuó con el CNM, le otorgó más poder: nombrar fiscales y jueces, en todos los niveles, y suprimió la potestad del Congreso de la República de ratificar a los magistrados supremos.
Cayó en desgracia cuando se descubrieron los “ceeneemeaudios”, grabaciones de voces de integrantes del CNM, direccionando manipuladora y delictivamente, los exámenes, nombramientos y ratificaciones de jueces y fiscales, ya sea por coimas, favores sexuales o favoreciendo la instalación de mafias en el sistema de administración de justicia.
Situación que conllevó a suprimir el CNM, para dar paso a la Junta Nacional de Justicia (JNJ), transgresora de la ley, ineficiente en la selección, además, encubridora de execrables magistrados; sino, veamos la pasividad y falta de respuesta, ante jueces y fiscales, inmersos en Tráfico de Influencias, coimas por resoluciones a favor de presuntos perpetradores de delitos penales; hechos revelados por el filósofo Jaime Villanueva ex asesor de la Fiscalía de la Nación; puestos en evidencia con jactancia cretina por “chibolín” Andrés Hurtado; y la descubierta actuación delincuencial de Gustavo Gorriti, dándole órdenes al ex Fiscal de la Nación Pablo Sánchez para impedir la actuación funcional de un Fiscal Provincial en allanamiento a la ONG Instituto de Defensa Legal (IDL).
Por último, la Academia de la Magistratura (Amag), instituida para formar excelentes magistrados; no ha servido de nada. Porque hay magistrados corruptos que tienen sus propias academias, a cuyos alumnos favorecen en el ingreso a la Administración de Justicia, además, se dedican más a dar clases, y no a resolver casos.
Edgar Lajo Paredes – Abogado