La pobreza y el aborto en la Iglesia
Con motivo de la Visitación de la Virgen María, fiesta franciscana que evoca los signos de este tiempo, María se siente realizada con la encarnación de Jesús, y alegre cuando su prima santa Isabel llena del Espíritu Santo, exclamó en voz alta: «Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre». La bendijo y bendijo el fruto de su vientre. Así en María, bendice Dios a todas las mujeres que tienen el fruto en su vientre, fruto de su preñez.
El estar encinta es entonces una bendición divina. No importa si nace en extrema pobreza. Las Santas Escrituras dicen de Jesús y María: «Nació su hijo primogénito y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada». El santo Francisco de Asís escogió vivir en santa pobreza, y la llamaba la santa dama pobreza. No en vano existen las órdenes mendicantes fundadas en el siglo XIII, las más antiguas son: los carmelitas, los franciscanos, los dominicos y los agustinos.
También la promesa de renunciamiento, que se hace al adoptar el estado religioso, que son los votos de pobreza, castidad y obediencia. Entonces ahora el papado de Su Santidad el Papa Francisco, aboga por una Iglesia en pobreza y austeridad, sin lujos. La pompa u ostentación de grandeza, riqueza, vanidad; fue sepultada por el santo Juan papa XXIII, al no usar la tiara papal, que era una mitra alta ceñida por tres coronas, que llevaba el papa en las ceremonias no litúrgicas, ni la silla gestatoria que era llevada en brazos cargando al papa.
El signo de la pobreza de la Santa Iglesia como participación plena de sus miembros prelados y fieles, nace con el nacimiento de Jesús. Entonces, la pobreza por excelencia no es motivo para abortar. Al contrario, merece la vida y el ejemplo es el hogar de Nazaret y todas sus contingencias. «Bendito es el fruto de tu vientre».
Javier Azálgara – Abogado
Foto. ONG Online