Partidos sin Partidos
Los partidos políticos son grupos organizados de personas que comparten una ideología política común, una visión del país que comparten y una voluntad de servicio público que lleve al bien común. Su meta es llegar al poder para poder implementar sus ideas en beneficio de la sociedad. Es así que, cuando votamos por un partido determinado, debemos esperar que trabaje para el logro de metas que se desprenden de la ideología de la organización.
Por supuesto que existen matices al interior de un partido, pero los valores son comunes entre los asociados. En ese sentido, lo que cada miembro del partido hace en su espacio de acción responde a la ideología del partido al que pertenece. Y desde allí le responde al partido, sin el cual no podría volver a postular o ejercer un cargo público.
Es decir que se asumen responsabilidades y obligaciones con el partido, y se asciende dentro de él de acuerdo al desempeño. Y como las ideologías no abundan, el número de partidos son limitados. Y debería existir predictibilidad sobre lo que hacen los partidos y sus partidarios.
Eso no existe en el Perú. Lo que hay son organizaciones temporales, que se crean para una elección y después de eso desaparecen. No tienen ideología ni propuestas de gobierno, y son creadas con el interés de alcanzar el poder, en muchos casos para favorecerse individual o grupalmente. Es cierto que en ocasiones deducimos la posición ideológica de los candidatos basados en su historia profesional o personal. Pero no siempre es posible hacerlo.
Algunas veces cambian de postura según su conveniencia. En otros casos, algunas organizaciones ofrecen cierta ideología, pero no son propiamente partidos, sino agrupaciones temporales alrededor de una persona carismática. Ni unos ni otros le responden a nadie por sus actos, porque son cascarones, que no duran mucho en el tiempo, y por tanto no existe presión alguna para responder por sus actos. Mientras están en el poder hacen todo para sacar provecho de su cuota de poder porque saben que durará poco y no le responden a nadie.
Así hemos llegado adonde estamos. Nadie le responde a nadie. No hay partidos, sino personas que aspiran a un quinquenio de poder, al que quieren sacarle todo el provecho posible. Hay impunidad total de partidos y políticos, y ello nos ha conducido a que ya no creamos en nadie. La política se ha transformado en el camino del enriquecimiento y no en un acto de servicio.
Por ello, tenemos razón en sentir desconfianza. La democracia solo es posible con partidos y no con cascarones; la democracia se juega con políticos y no con oportunistas. La política debe regresar a ser la forma de hacer el bien para la sociedad. Pero cómo cambiamos esto: ¿Van a ser los congresistas, que representan a esos cascarones, lo que van a crear una verdadera reforma? La respuesta es no.
Blanche Cotlear – Historiadora PUCP y Magister en Políticas Públicas de Universidad de Texas – ONG Vigilancia Ciudadana