Desafíos de Salud ante el Fenómeno El Niño
Andina
Definir prioridades nunca ha sido una tarea sencilla, y mucho menos cuando se trata de cuestiones relacionadas con la salud. Sin embargo, la cruda realidad se impone y nos obliga, tarde o temprano, a establecer prioridades, ya sea de forma explícita o implícita.
Con el objetivo de asegurar el máximo de los derechos a la salud posibles, mejorar el bienestar y protegernos contra el riesgo de enfermar y la muerte prematura, las sociedades hemos desarrollado sistemas especializados conocidos como sistemas nacionales de salud.
Estos sistemas tienen, además otras tres importantes responsabilidades. Busca asegurar la satisfacción de los ciudadanos mediante la provisión de servicios médicos de alta calidad y eficiencia. También tienen la tarea de proteger a la población del riesgo de empobrecimiento causado por gastos de salud; y, por último, y no por ello no menos relevante, garantizar el acceso equitativo.
En los últimos tres años, tanto la epidemia del covid-19 y posteriormente la del dengue han puesto de manifiesto las limitaciones de nuestro sistema de salud para cumplir adecuadamente con estos mandatos.
Millones de contagios, miles de fallecimientos y atenciones médicas brindadas en condiciones indignas, especialmente entre los más pobres, son muestras de ello. Como también lo son los miles de compatriotas hundidos en la miseria debido a los altos costos de medicamentos y métodos diagnósticos que se vieron obligados a adquirir en el sector privado, dado el fracaso del estado en garantizar su provisión efectiva y oportuna.
Aunque brindar servicios para recuperar la salud y evitar la muerte prematura son funciones esenciales del sistema de salud, la prevención de las enfermedades es una tarea que va más allá de sus límites y que compromete al conjunto de actores de la sociedad.
La mayoría de la población vive en condiciones de reproducción de la enfermedad. Hacinados, sin acceso a agua de calidad y saneamiento básico, con deficiente alimentación, educación pública de mala calidad e infames condiciones laborales y de transporte público, están permanentemente expuestos a enfermar y terminan colapsando nuestros frágiles servicios de salud, especialmente en situaciones de alta demanda, como las epidemias o los eventos climáticos de alto impacto en las poblaciones.
En resumen, las malas condiciones de vida de la mayoría de la población, agudizadas por la crisis económica y la debilidad de nuestro sistema de salud, no hacen sino ponernos en una situación de alta vulnerabilidad frente al impacto del Fenómeno El Niño (FEN), muy en especial a las poblaciones vulnerables, ya sea por su edad, su condición de salud o su género.
“Esperar lo mejor, pero prepararse para lo peor” (Dalai Lama)
Por las experiencias vividas, sabemos que el FEN traerá consigo lluvias intensas, las cuales desencadenarán desbordes, inundaciones y huaicos. Éstos, a su vez, producirán destrucción de infraestructura (incluida la de salud), corte de servicios esenciales, desplazamientos masivos y desordenados de poblaciones enteras. El FEN también estará acompañado de oleajes anómalos, dañando la infraestructura portuaria y la pesca. Así mismo, el FEN generará sequías y alteraciones de los cultivos, así como temperaturas extremas.
La combinación de estos fenómenos condicionará, a su vez, seis riesgos principales en salud pública, los cuales se convertirán en las prioridades del sector. Estos riesgos derivan de:
- La explosión de vectores.Especialmente las enfermedades transmitidas por mosquitos, entre ellas las arbovirosis (dengue, chikungunya, zica y otras) y la malaria, así como las transmitidas por las pulgas, la peste.
- El contacto con aguas contaminadas.Destacan las enfermedades diarreicas. Sin embargo, también es importante abordar a la leptospirosis, una infección transmitida al beber o tener contacto con agua o tierra contaminada por orina de animales infectados, especialmente ratas. Sin embargo, no debemos descuidar las enfermedades genitourinarias, especialmente en las mujeres que tienen que cruzar sitios inundados, muchas veces con las aguas contaminadas por arriba de la cintura.
- Los desplazamientos masivos y el hacinamiento en albergues.Aquí incluimos a las enfermedades de transmisión sexual, las relacionadas con la violencia de género, la violencia sexual, el embarazo no deseado, pero también al deterioro agudo de la salud mental por el trauma (ansiedad, depresión, stress).
- Las temperaturas extremas.Por un lado, el friaje, con su estela de enfermedad y muerte, principalmente por neumonías y, por el otro, los golpes de calor extremo, que tienen consecuencias fatales, especialmente en personas adulto-mayores sin redes de protección social.
- La inseguridad alimentaria.Actualmente son cerca de tres millones de compatriotas que se acuestan diariamente sin haber completado sus raciones alimenticias diarias; vale decir, con hambre. Con la afectación de cultivos, la pesca y el transporte, el hambre recrudecerá.
- El colapso estructural y funcional de los servicios de salud.Ya sea por la destrucción de la infraestructura, la interrupción de servicios básicos (electricidad, agua) y el cierre de las vías o por el aumento inusitado de la demanda por servicios de salud, las actividades regulares (cirugías, tratamientos de pacientes crónicos, citas programadas, etc.) se verán afectadas, con el consiguiente deterioro de la salud.
Para abordar cada uno de estos grupos de riesgos de manera eficaz, es fundamental contar con un liderazgo sólido y efectivo, capaz de movilizar recursos políticos, financieros, normativos, de infraestructura, equipos, recursos humanos, insumos y sistemas de información.
Además, será esencial establecer mecanismos de coordinación efectiva entre los diversos niveles del gobierno y entre el gobierno y las organizaciones de la sociedad civil involucradas en la respuesta. Solo a través de un liderazgo bien estructurado y una coordinación adecuada, podremos afrontar con relativo éxito los riesgos y proteger la salud de la población de manera integral y sostenible.
Lamentablemente, el liderazgo político, social, sanitario y de gestión se encuentra muy debilitado.
La capacidad para generar una visión sectorial clara y establecer mecanismos políticos que la hagan viable se ha visto gravemente afectada debido al uso indebido del Ministerio de Salud y EsSalud como herramientas de cubileteo y negociación política. Esto ha quedado en evidencia a través de la designación de seis ministros de salud y ocho presidentes ejecutivos de EsSalud durante tan solo dos años de gobierno de Perú Libre (Castillo/Boluarte).
Estas modificaciones en el liderazgo del sector de la salud se han reflejado en todos los niveles de gestión, lo que ha debilitado considerablemente las operaciones sanitarias. La Mesa de Concertación de Lucha contra la Pobreza ha registrado más de 70 cambios en el personal directivo de alto nivel en el sector, en un período de menos de dos meses desde la designación del señor Vasquez como ministro de salud.
No sorprende, por tanto, que el nivel de preparación del sector frente al Fenómeno El Niño sea, como mínimo, preocupante. Ya hemos culminado el primer semestre y solo nos quedan tres meses antes del anunciado embate del Fenómeno. Lamentablemente, el sector salud está muy rezagado en cuanto a la ejecución presupuestaria de 2023, alcanzando apenas un 20% en aspectos críticos como la adquisición de medicamentos y el desarrollo de infraestructura.
Además, no se ha informado sobre otras acciones cruciales, como la incorporación y movilización de recursos humanos o el desarrollo de estrategias específicas para el control vectorial, la atención de la salud sexual y reproductiva, la salud mental, reducir el impacto del friaje o del calor extremo, para no hablar de la inseguridad alimentaria y el hambre.
Es fundamental recuperar el tiempo perdido y prepararnos mejor para enfrentar el impacto del Fenómeno El Niño y proteger la salud de toda la población, especialmente de aquellos más vulnerables, concentrándonos en las 6 prioridades planteadas. Solo a través de un esfuerzo conjunto y coordinado podremos afrontar exitosamente estos desafíos y garantizar el bienestar de todos nuestros ciudadanos.
Victor Zamora – Médico – Otra Mirada