La política es una virtud de servicio público

Allá a finales de la década del sesenta, cuando me inicié en los avatares de la política, presencié asqueado ese viejo manejo del toma y daca, del pisco y la butifarra. Mi generación se alejó de estas modalidades y asumió el compromiso de luchar contra esta forma de hacer política. Nos imbuimos de ideales, de mística y sobre todo de servicio al pueblo. El primer deber ético -que sigue rigiendo en nuestras vidas- es poner los intereses del pueblo por delante de los intereses personales, es decir servir al pueblo de todo corazón.
Para mi generación la política siempre ha sido honestidad. Y, no puede ser de otra manera. Porque nos enfrentamos a la corrupción de Acción Popular (Página 11, compra de las embarcaciones Pachitea y otros), La Unión Nacional Odriista, el APRA, el Movimiento Pradista, que representaban a los barones del azúcar, a la rancia oligarquía y a los gamonales;
No hay política sin honestidad. Salvador Allende lo definió así: “A mí me han dicho de todo, pero lo único que no pueden decirme es ladrón” (citado por Labarca, Eduardo en El Mostrador, primer diario digital de Chile 21/09/21). En nuestro amado Perú, Alfonso Barrantes lo sentenció de esta manera: “ser honesto en nuestro país es ya ser revolucionario”.
Somos de esa generación, que luchó hasta el final, que entregó su vida por cambiar la historia de la patria, allí esta Javier Diez Canseco, Genaro Ledesma, Manuel Dammert, Jorge Hurtado Pozo “Ludovico”, Alfonso Barrantes, José Villalobos Ampuero, Augusto Chávez Bedoya, y miles de militantes anónimos.
Hoy en día pretender ocultarse en el origen andino y provinciano es un acto de cobardía que no corresponde a la naturaleza de nuestros antepasados. Y cuando ello falla, acusar de persecución política y de racismo para aparecer como víctima. Lo único que prueba esta estrategia, es que los corruptos son cobardes y que los efectos del elixir de los “diablos azules” los va abandonando a su real estado, por lo que el pueblo debe condenar a quienes han traficado con sus ideales y esperanzas.
Ahora bien, el comportamiento de los “hijos del cóndor”, solo es comparable con los socios de la conquista, y estableciendo un símil con nuestro presente, con la concepción fujimorista de esta. La compra de consejeros y la apropiación de bienes públicos es típico de Fujimori y Vladimiro Montesinos, acciones que han vaciado de contenido ético, de principios, ideales y servicio a la política. Sino como explicamos ¿el surgimiento de nuevos ricos que provienen de gestiones municipales y regionales?
Somos de la izquierda que nació a la política levantando las banderas de la honestidad, y no las hemos arriado. Seguimos en la lucha. Nuestra enérgica condena a la corrupción es inclaudicable. De allí que rechazamos toda la campaña de la derecha de pretender acusar a la izquierda de corrupta. La mayoría de los corruptos que se disfrazaron de izquierdista son hijos putativos de la derecha. Con ellos se hacen las licitaciones, las obras por impuestos y las asociaciones público-privadas. Es decir, los negocios se hacen con las empresas y personas corruptas.
Estos hechos deben servir de lección. Hoy que la campaña electoral regional y municipal se ha iniciado y la subasta y venta de candidaturas es el estado natural de la política, más aún, que el Congreso habría eliminado las elecciones primarias. Por lo tanto, es nuestra responsabilidad como ciudadanos responsables, elegir bien y recuperar la política de principios, de servicio público y sobre todo de honestidad y transparencia.
El líder político y ex presidente de Uruguay, Jose “Pepe” Mujica, señaló una frase histórica que nunca perderá vigencia a quienes están en política: “La política es tomar decisiones. ¿O estamos con los pobres o estamos con los ricos? Los políticos, por tanto, deben tomar partido por alguna de ellas. ¿Estamos con los de arriba o estamos con los de abajo?”
Justiniano Apaza Ordoñez – Ex congresista de la República