El aporte de la Academia Lauretana de Arequipa al Bicentenario del Perú
Los mejores historiadores del país, le reconocieron el título de capital jurídica del Perú en el siglo XIX y parte del siglo XX a la ciudad de Arequipa. Políticos e intelectuales le agregaron el título simbólico de capital moral y cívica de la Nación. Esos títulos honoríficos de antaño no fueron en vano. De dos organizaciones emblemáticas, como la UNSA a través de la Facultad de Derecho y la otrora Academia Lauretana hoy Colegio de Abogados de Arequipa, emergieron los más brillantes juristas y tribunos de nuestra república en los dos últimos siglos.
La Academia Lauretana de Arequipa, fue la primera institución emblemática cultural de la blanca ciudad y fue muy gravitante ya que fue el centro cultural e histórico después de la independencia del país, que cobijó en su seno a militares, religiosos y civiles académicos de prestigio. En verdad, al comenzar el siglo XIX en Arequipa, el anhelo de los intelectuales y arequipeños, era crear en la blanca ciudad una Universidad que formara profesionales, pero en dos ocasiones fracasaron en su intento, especialmente por falta de recursos económicos y apoyo político hacia esa iniciativa.
Su verdadera nominación fue, Academia Lauretana de Ciencias y Artes (en honor y reconocimiento a la Virgen de Loreto que fue declarada luego Patrona de la Academia). Se inauguró el 10 de diciembre de 1821 con una sesión solemne en el templo de la Iglesia de la Compañía. Su principal impulsor fue el Dr. Evaristo Gómez Sánchez, mientras que su primer presidente fue, el Coronel Intendente, Juan Bautista de Lavalle, llegando a tener alrededor de 50 socios. Entre ellos, a Mariano Cornejo, Francisco de Paula Gonzales, Jose Mariano Corbacho, Jose Fernández Dávila, Manuel Amat y Leon, Jose Gómez Sánchez, etc.
En su carta de Constitución, la Academia afirma que fue creada para promover, por cuantos medios estén a su arbitrio y facultad, “el adelantamiento de las ciencias y artes, en la provincia y de mejorar la educación científica, política y moral de la juventud y también para discutir proyectos de la beneficencia pública”. La mayoría de sus socios fueron católicos, pero también luego cobijo a intelectuales que cuestionaron el pensamiento católico que imperaba entonces, lo que le generó recelo en las autoridades.
En su recinto estuvieron las mentes más preclaras de Arequipa y fue acusada de ser una institución revolucionaria, porque sus intelectuales cuestionaron los rezagos coloniales por lo que el cabildo que lo apoyaba con un aporte económico, le suspendió sus aportes ya que se le acusó de ser un recinto que cobijaba herejes. La institución fue cerrada en 1856 por dificultades económicas y fue el Colegio de Abogados de Arequipa, quien se consideró como sucesora de la Academia Lauretana. Durante su vigencia, cobijo a ilustres intelectuales que dieron renombre a Arequipa en el Perú, como el Deán, Juan Gualberto Valdivia, el Dr. Francisco Luna Pizarro, quien presidente del Congreso Nacional, Andrés Martínez, Jose María Corbacho, etc.
La Academia cumplió exitosamente con su labor docente desde 1821 hasta 1827, en que cesó con la creación del Colegio de la Independencia y la Universidad Nacional de San Agustín, a cuyos centros pasaron a servir distinguidos miembros de aquélla. En la Academia se enseñaban varias cátedras a cargo de notables académicos en Caligrafía, Ortografía, Aritmética y labores de Comercio; las de Filosofía, Derecho Natural, Civil y de Gentes, Medicina y Cirugía, Derecho Canónico, Bellas Artes, Religión y Lenguas extranjeras.
El Dr. Guillermo Zegarra Meneses, en su libro “Arequipa, en el paso de la Colonia a la Republica”, afirmó que “los estudios que en ella se hacían sólo alcanzaron validez legal, al darse los Decretos de 26 de noviembre de 1826 y de 21 de mayo de 1827, por el Consejo de Gobierno (ratificados por la ley de 11 de enero de 1828). Según sus disposiciones, sus certificados podían suplir al título de Bachiller en Abogacía y Medicina. Desde 1846 su única actividad quedó circunscrita al sostenimiento de una Academia dé práctica Forense, para lo que fue autorizada por ley. Al fundarse el Colegio de Abogados, en 1911, quedó totalmente extinguida la Academia, pasando a aquél, junto con su local (en el atrio de San Agustín), los libros de su archivo”.
Posteriormente, el Colegio de Abogados de Arequipa, verdadero sucesor de la Academia, por razones de función especialmente, el Gobierno Nacional, le reconoció tal carácter haciendo así honor a la demanda del Foro Nacional, luego del acuerdo adoptado por éste en el 3er. Congreso de Abogados, realizado en Arequipa, en 1961, la que se concretó a través del Decreto Ley 18056 el 18 de diciembre de 1969.
Pero muy pocos conocen la historia de creación del Colegio de Abogados de Arequipa que tuvo varias etapas. El 28 de noviembre de 1825, siendo Prefecto del Departamento de Arequipa, Don Antonio Gutiérrez de la Fuente, dirigió una comunicación al señor Ministro de Estado en el Departamento de Gobierno y Relaciones Exteriores, pidiendo el establecimiento del Colegio de Abogados en esta ciudad.
Es el 21 de diciembre de 1825, desde Lima cuando se dio la aprobación para el establecimiento de un Colegio de Abogados en Arequipa. Un segundo antecedente del actual Colegio de Abogados de Arequipa lo tenemos cuando el 4 de mayo de 1902 se constituyó por segunda vez como institución particular el Colegio de Abogados de Arequipa.
Algunos abogados y juristas de Arequipa, especialmente en el siglo XIX y XX, alcanzaron dimensión nacional e internacional. Arequipa fue gravitante en la historia jurídica del país, incluso por encima de Lima, ya que, desde la blanca ciudad, se diseñó el pensamiento jurídico en las Constituciones y Leyes del país que tuvieron vigencia por muchas décadas hasta hoy.
En el siglo XX, destacaron tres destacados juristas de talla mundial que lamentablemente no se ha vuelto a repetir desde que volvió la democracia al Perú desde 1980. Los arequipeños tenemos que recordar por siempre a esos tribunos porque forman parte de nuestro legado histórico del Derecho que prestigiaron a Arequipa y al Perú en todo el mundo. Ellos fueron los tribunos, el Dr. Víctor Andrés Belaunde que fue Secretario General de la ONU, el Dr. José Bustamante Rivero quien llegó a ocupar la Presidencia de la Corte Internacional de Justicia de la Haya y fue Presidente del Perú y el Dr. Francisco García Calderón, quien fue autor del primer diccionario jurídico del país y Presidente de la República, entre otros brillantes abogados que nacieron al pie del Volcán Misti.
La mejor prueba de reconocimiento histórico de la Nación, se dio en 1979 cuando la Asamblea Constituyente incluyó en la Carta Magna un capítulo del Tribunal de Garantías Constitucionales que fijó como sede a la ciudad de Arequipa. Sin embargo, se retrocedió con la actual Constitución de 1993 promovido por los fujimoristas, donde se creó el Tribunal Constitucional y que, en su ley orgánica, artículo 01, se reconoció a Arequipa como sede, la que desde 1994 no se cumplió lo que obligó al Colegio de Abogados de Arequipa a presentar una acción de cumplimiento ante el Tribunal Constitucional.
Mediante una sentencia el TC, se pronunció sobre este tema y como supremo intérprete de la Constitución, señaló que reconocían a Arequipa como sede histórica e incluso prometieron ampliar su sede de Yanahuara, pero que, por la alta carga procesal proveniente de todo el país, los magistrados constitucionales se veían obligados a sesionar en Lima, por lo que, en los hechos, el TC tiene hoy dos sedes, Lima y sesionando algunas veces en Arequipa.
El Colegio de Abogados es hoy sucesor de la Academia Lauretana y hay que reconocer que hemos perdido en las últimas décadas el título honorífico de capital jurídica del país por múltiples razones que en otra ocasión analizaremos con expertos en la materia. Sin embargo, es oportuno hacer algunas preguntas y reflexiones ya que el Colegio de Abogados es una institución emblemática de Arequipa que forma parte de la sociedad civil de la ciudad blanca que debería merecer máximo respeto y consideración por los gobernantes de turno y los ciudadanos, ya que esa institución forma parte de la élite intelectual.
Sin embargo, no podemos dejar de hacer algunas interrogantes. ¿En la última década, cuantos pronunciamientos oficiales emitió el Colegio de Abogados de Arequipa para fijar su posición institucional respecto a la situación política y jurídica del país que atraviesa por una severa crisis del sistema de justicia en los meses? ¿Cuántos abogados de Arequipa hoy encabezan los poderes públicos y organismos constitucionales autónomos del estado peruano para evidenciar que desde la ciudad blanca y de sus facultades de derecho de sus universidades locales siguen egresando buenos y brillantes abogados y juristas? ¿Cuántos premios nacionales en la última década han ganado letrados arequipeños en concursos de investigación jurídica donde han puesto de manifiesto su talento y creatividad?
¿Cuántas acciones de inconstitucionalidad presentó en la última década el Colegio de Abogados de Arequipa ante el Tribunal Constitucional contra leyes o decretos leyes que emitieron los poderes legislativos y ejecutivos que desbordaron el orden constitucional del país? ¿Cuántos proyectos de reforma constitucional o legal presentó el Colegio de Abogados de Arequipa ante el poder legislativo? ¿Qué número de proyectos de ordenanza regional o municipal ha presentado en los últimos años el Colegio ante el consejo regional o consejo municipal para contribuir con el desarrollo legislativo de Arequipa?
¿Cuántas publicaciones jurídicas de renombre publicó el Colegio en la última década donde se puso en evidencia la producción intelectual de sus colegiados ante la problemática jurídica del país? ¿Qué proyectos de reforma curricular presentó el Colegio a las Facultades de Derecho de las universidades locales para mejorar el nivel académico de los estudiantes de pregrado en las últimas décadas? ¿Cuáles son las razones por las que ya no exportamos en las últimas décadas a brillantes juristas y tribunos que en el siglo XX? En resumen, ¿Qué está fallando y qué es lo que debe corregirse para recuperar el título honorífico de capital jurídica del país?
A excepción de la acción de cumplimiento que se interpuso contra el TC para exigirle que cumpla con respetar su sede física y que el Colegio de Abogados de Arequipa ganó ejemplarmente en el fuero judicial el año 2010, no se nota otra actuación de envergadura de esta institución emblemática de Arequipa en las últimas décadas. Sería totalmente injusto echarle toda la culpa al actual Consejo Directivo del Colegio de Abogados de Arequipa, sucesora de la Academia Lauretana.
No se puede obviar que esa institución tutelar algo tiene que hacer para recuperar su prestigio histórico en el territorio nacional que en el siglo XX fue denominada por los mejores juristas del Perú, como la capital jurídica del país, como reconocimiento histórico al rol que tuvo la Academia Lauretana, quien sin ninguna duda puede considerarse como la joya histórica intelectual de Arequipa en el Bicentenario del Perú.
Hugo Amanque Chaiña – Periodista y Abogado