La importancia de elegir al nuevo presidente y nuevo gobierno

Hugo Amanque Chaiñajunio 5, 202117min0
Hugo Amanque Chaiñajunio 5, 202117min0

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La importancia de elegir al nuevo presidente y nuevo gobierno

la banda

Crédito de Imagen: Andina

El valor de nuestro voto como derecho, pero también como deber

Uno de los indicadores de cualquier país con sistema democrático, es que hay elecciones libres y periódicas donde el pueblo concurre a las ánforas y elige en forma soberana a sus representantes a los poderes públicos e instituciones emblemáticas. En el Perú tenemos varios tipos de elecciones. Elegimos al presidente de la república, a los congresistas, parlamentarios andinos, autoridades regionales, autoridades municipales, jueces de paz, referéndum y revocatoria de mandato de autoridades elegidas. Esos derechos de elección de los ciudadanos están estipulados en la Constitución y legislación electoral vigente y los juristas lo denominan el principio de soberanía popular que debe respetarse por todos los gobernantes y gobernados.

Elegir al presidente de la república, es importante, ya que éste concentra mucho poder en el aparato estatal, porque pese a que en el país por mandato constitucional debemos respetar el principio de equilibrio y balance de poderes públicos, indirectamente el Jefe de Estado, puede “ahogar” presupuestalmente a los poderes públicos que le son incomodos, pero también puede abrir la chequera presupuestal a los medios de comunicación que le son afines a su política de gobierno. Experiencias de esas ya la hemos padecido los peruanos en el gobierno que, en las elecciones de 1990, cuando un candidato prometió al electorado, “honradez, tecnología y trabajo” e hizo todo lo contrario.

El domingo 06 de junio, los peruanos no solamente elegiremos al próximo Jefe de Estado, sino que elegiremos al nuevo gobierno nacional que conducirá nuestro país en el próximo quinquenio 2021-2026. La diferencia de ayer y hoy, es que, en cualquier elección, los electores debemos meditar bien nuestro voto, ya que, conociendo a los candidatos, sus trayectorias, su entorno y su calidad moral, podemos intuir si algunos de ellos, gobernará para los de arriba o para los de abajo o dicho, en otros términos, qué tipo de intereses representa para la sociedad en su conjunto los candidatos que compiten en la segunda vuelta. Por lo tanto, elegir al nuevo gobierno, no sólo es ir a las ánforas para elegir al nuevo presidente, sino qué tipo de país soñamos y queremos para nosotros, nuestros hijos y nietos. En síntesis, tenemos que elegir en quien creemos y cuál de ellos representa al interés común, pero también quien representa al interés económico, político y social.

Por lo tanto, el domingo 6 de junio del 2021 no será un día cualquiera para los peruanos, será un día histórico, justamente en el año de nuestro bicentenario, por las repercusiones que tendrá la elección de segunda vuelta en la nueva historia que escribiremos todos los peruanos. Tendremos que elegir entre la candidata que considera que no debe haber ningún cambio porque supuestamente el modelo económico fue “exitoso” y es intocable, y el candidato que tiene debilidades programáticas en su plan de gobierno, pero pretende un cambio para que los peruanos de la sierra y la selva tenga las mismas condiciones de desarrollo de los que viven en la costa y tengan igualdad de oportunidades para que sus familias alcancen prosperidad y desarrollo progresivo. Cualquiera fuera el resultado, el lunes 7 de junio, tenemos la obligación de respetar los resultados escrupulosamente, salvo que se presenten pruebas graves en la elección o después de la elección de la segunda vuelta.

Cómo se eligieron históricamente a los ex presidentes del Perú

Pese a que nuestro país proclamó su independencia en 1821 del yugo español, recién en 1823 tuvimos al primer gobernante nacional, que no fue elegido directamente por el pueblo, lo que puso en evidencia retrospectivamente, la debilidad de la institucionalidad política de nuestra patria. Fue Jose Mariano de la Riva-Agüero y Sánchez Boquete, el primer gobernante peruano ya que condujo el país entre el 28 de febrero al 23 de junio de 1823, quien fue un militar y político prócer de nuestra independencia quien lució por primera vez la banda presidencial, aunque llegó al cargo por un golpe de estado y no por elección popular.

Históricamente, hemos tenido varias formas de elección del presidente de la república. El investigador, Moisés Rojas, en la Guía, “Nuestra decisión, nuestro voto” de la Fundación Friedrich Ebert, señaló que, en “27 veces los presidentes han llegado al cargo a través de golpes de Estado, 14 veces a través de la elección interna del Congreso de la República y 24 veces a través de Elecciones Generales, por lo que, en términos porcentuales, del total de 65 accesos a la presidencia, 41% fueron por un golpe de Estado, 22% por el Congreso y el 37% por Elecciones Generales”. Es decir, hemos tenido un país inestable y convulsionado con fragilidad democrática que hoy se confirma con la inscripción de 24 partidos políticos ante el JNE para participar en las elecciones 2021, donde finalmente compitieron 18 partidos políticos en la primera vuelta electoral.

Los investigadores como, Aljovín (2005), López (2005) y Peralta (2005), coinciden que nuestro país tuvo 7 periodos donde se puede ver con claridad cómo fue cambiando el sistema de elección para elegir al presidente de la república. En el periodo de 1821 a 1827, se realizaron dos elecciones, curiosamente convocadas por libertadores extranjeros. El argentino, Jose de San Martín en 1822 para elegir a la Asamblea Constituyente y redactar la primera Constitución que se aprobó en 1823, y el venezolano, Simón Bolívar, quien en 1825 también convocó a una Asamblea Constituyente para redactar la Constitución Vitalicia en 1826.

En la primera elección para elegir a los representantes a la Asamblea Constituyente, el elector tenía que tener una renta de 500 pesos en Lima o 300 pesos en cualquier ciudad de la costa o la sierra peruanas, es decir que el elector tenía que tener dinero. En la primera Constitución de 1823, según el artículo 17, se adquiría la ciudadanía al cumplir 25 años o estar casado, ser peruano, saber leer y escribir y tener una propiedad o ejercer cualquier profesión, arte u ocuparse en alguna industria.

En la segunda elección a la Asamblea Constituyente, se podía participar teniendo dinero, y los elegidos solo eran representantes en los colegios electorales, quienes tenían la potestad de designar a los constituyentes. En la segunda Constitución de 1826 continúa la mayoría de edad a los 25 años y cada 100 ciudadanos nombraba un elector, formándose los Cuerpos Electorales quienes elegían a listas de candidatos a congresistas, prefectos y gobernadores.

En el periodo de 1827 a 1851, se puso en marcha el voto indirecto de los electores, ya que en esos decenios el país atravesó por mucha inestabilidad política, donde todavía los militares y la iglesia católica tenían mucho poder e influencia, por lo que casi siempre las elecciones de 1836,1839, 1840 y 1844, sirvieron para convalidar los golpes de estado. En dicho periodo los electores con dinero elegían a sus representantes ante el colegio electoral, quienes finalmente designaban a las nuevas autoridades en los poderes públicos, por eso se denominó el voto indirecto electoral.

En el periodo de 1851 y 1895 se mantuvo el voto indirecto de los electores con algunas variantes. Es recién con la sexta Constitución de 1856 a través del artículo 36 donde se señala que son ciudadanos los peruanos mayores de 21 años y los casados, aunque aún no hayan llegado a esa edad. Debe tenerse en cuenta que aún no se reconocía la mayoría de edad a las mujeres según lo textos constitucionales antes citados. Esa Constitución reconocía que el sufragio popular era directo y lo ejercían sólo los ciudadanos que sabían leer y escribir, marginando a los iletrados. En este periodo ya había partidos políticos ideológicos y utilizan las parroquias, que eran los lugares de votación que definían una jurisdicción de votantes.

En el periodo de 1895 y 1931, se dio inició a la votación directa de los electores, pero ni los analfabetos ni las mujeres tenían derecho al voto. En la séptima Constitución de 1860, y en la octava Constitución de 1867 y en la novena Constitución de 1920 la ciudadanía en el país se obtenía a los 21 años y se garantizó el sufragio popular directo, por lo que un periodo de 64 años la ciudadanía en el país se obtenía a los 21 años y se podía elegir al presidente de la república.

En el periodo de 1931 y 1956, recién con la décima Constitución de 1933 en su artículo 84, se precisó que son ciudadanos los peruanos varones y mujeres mayores de edad, los casados mayores de 18 años y los emancipados, lo que hasta hoy se mantiene. Por primera vez entonces se reconocía en el texto constitucional que las mujeres podían ejercer el derecho a la ciudadanía, pero el artículo 86 de la Constitución de 1933 reconoció el derecho de sufragio a los ciudadanos que sabían leer y escribir. Sin embargo, en la Carta Magna de 1933 se excluyó al Partido Aprista y Partido Comunista de las elecciones ya que a ambas organizaciones se les consideraba como “terroristas”, por lo que la oferta electoral se inclinaba a los partidos conservadores marginando a los partidos progresistas.

En el periodo de 1956 y 2021, se da un avance democrático. Las mujeres obtienen derecho al voto en las elecciones siempre que sean alfabetas, pudiendo elegir y ser elegidas para cargos públicos. En ese periodo comienzan a aparecer los partidos de centro e izquierda, que representaban a la clase media o pobre, mientras que los partidos de derecha o conservadores pierden hegemonía ante el electorado.

El poder del presidente de la república

Por mandato constitucional del artículo 118, el presidente de la república tiene 23 atribuciones y obligaciones, por lo tanto es el funcionario público del más alto nivel en la estructura estatal, cuyo poder solo puede ser opacado por el primer poder del estado que es el Congreso Nacional, porque mientras el poder ejecutivo es elegido por el pueblo por más del 51% de votación nacional, el poder legislativo elegido por el soberano representa al 100% del electorado nacional, porque allí estamos representados todos los peruanos de todas las ideologías y sangres del país.

El Jefe de Estado, debe cumplir y hacer cumplir la Constitución y la legislación vigente, representa a nuestro Estado dentro y fuera del país, dirige la política general del gobierno, convoca a elecciones, dirige mensajes a la nación, puede presentar proyectos de ley y reformas constitucionales, reglamenta las leyes sin transgredirlas, debe hacer cumplir las resoluciones judiciales y electorales, dirige la política exterior y puede celebrar contratos internacionales, nombra embajadores y preside el sistema de defensa nacional.

Asimismo, está obligado a cautelar la soberanía del Estado, puede declarar la guerra y firmar la paz con autorización del Congreso, administra la hacienda pública, negocia empresitos, puede emitir decretos de urgencia, conceder indultos, y conferir condecoraciones. También puede disolver el Congreso Nacional si el legislativo no aprueba la política de gobierno a través la cuestión de confianza a dos consejos de ministros como sucedió con Martín Vizcarra, que disolvió el Congreso con mayoría fujimorista y aprista el año 2019. Más allá del blindaje constitucional del presidente de la república que le reconoce la Constitución, el Jefe de Estado, puede ser destituido si incurre en infracción constitucional o incapacidad moral, por lo que el Congreso en representación del pueblo lo puede relevar del cargo previo proceso parlamentario respetándose el debido proceso.

Más allá del andamiaje constitucional y legal de derechos y deberes del presidente de la república, también debemos tomar en cuenta que un mandatario nacional tiene que tener un comportamiento ético y moral ejemplar ante sus ciudadanos, ya que él Jefe de Estado se encuentra en la cúspide de la estructura del Estado, por lo que siempre debe demostrar una conducta ejemplar en su país y en el exterior.  Por lo tanto, debe comportarse como estadista delineando las políticas estatales de corto, mediano y largo plazo que tengan como horizonte el bien común en favor de sus compatriotas, especialmente a las personas que se encuentran en sectores vulnerables.

Hugo Amanque Chaiña – Periodista y Abogado

Hugo Amanque Chaiña


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