¿Qué debe reformarse en nuestras Fuerzas Armadas?

¿Qué se requiere para tener una Fuerza Armada eficiente? Dos cosas: que sea profesional y moderna. ¿Qué necesitamos para que sea profesional? En primer lugar, qué esté desligada del poder político. Vale decir que no pretenda gobernar el país, pero también que no sea cooptada por los políticos en el poder. La Fuerza Armada debe ser leal a la Constitución y no al presidente de turno. Cuando un presidente trata de cooptar los altos mandos y los ascensos y nombramientos a puestos de responsabilidad se hacen más en base a la lealtad política de los oficiales que en base a su capacidad profesional, entonces la eficiencia de la fuerza armada se ve seriamente afectada. Y eso es lamentablemente lo que ocurrió desde el gobierno de García continuó con otros gobernantes del país.
En segundo lugar, para que una Fuerza Armada sea profesional sus miembros tienen que estar bien pagados. Ningún profesional que tiene que dedicar la mayor parte de su tiempo a imaginar formas para dar de comer a su familia puede ser eficiente en su trabajo. Los sueldos deben ser apropiados, pero más aún, sería conveniente desligar el sueldo del grado y atarlo más bien al tiempo de servicio. De esta manera no será necesario ascender para tener una posición económica aceptable y se evitaría de esta forma la desesperación por el ascenso por razones económicas que lleva a la creación de argollas, a la competencia desleal y el ascenso a oficiales que pudieran ser buenos capitanes, para transformarlos en malos coroneles o generales.
Bien pagado significa además que el número de oficiales sea el necesario y no más. El cuerpo de oficiales no debe burocratizarse, porque conforme aumenta el número de oficiales el ingreso per cápita disminuye y con ello disminuye la eficiencia. En tercer lugar, una Fuerza Armada profesional significa una Fuerza Armada bien entrenada e instruida. El nivel académico de esta debe ser elevado. En cuarto lugar, debe tener un alto nivel ético y moral y esto se logra a través de la educación en los centros académicos militares, pero también poniendo el cuidado necesario al momento de seleccionar quienes ingresan al cuerpo de oficiales y quienes ascienden dentro de él.
En quinto lugar, una Fuerza Armada profesional debe tener experiencia y contra ello atenta la costumbre de nuestra Fuerza Armada de cambiar a los oficiales de destino todos los años, sobre todo los de comando. Los oficiales en puestos de combate, como pilotos, tanquistas, unidades navales, etc., deberían permanecer en estos puestos y no desperdiciar su experiencia transfiriendose a puestos de oficina. En la medida de lo posible, debe obtenerse experiencia de combate enviando destacamentos a operaciones de las Naciones Unidas u operaciones de mantenimiento de la paz en el mundo.
En sexto lugar, para ser profesional la Fuerza Armada debe tener un mando único, es decir quien esté a cargo del Comando Conjunto no debe ser uno de los Comandantes Generales, sino otro oficial general que esté a tiempo completo y dedicación exclusiva en ese puesto. Un hombre que es presidente del Comando Conjunto y a su vez Comandante General de uno de los tres institutos de la Fuerza Armada no podrá hacer bien ambas cosas. Ahora sucede que se concentra en su instituto se dedica poco tiempo al Comando Conjunto.
De otro lado, quien esté a cargo del Comando Conjunto no debe presidirlo sino mandar. Los tres Comandantes Generales le servirán de Estado Mayor, pero la decisión la tomará él. El principio de mando único es un principio elemental en las Fuerzas Armadas que garantiza la oportunidad de las decisiones. Como dijera Napoleón, es mejor un mal general que dos buenos. En séptimo lugar, una Fuerza Armada profesional debe tener un buen sistema de planeamiento. El sistema de planeamiento actual es muy engorroso, no cuenta con personal suficiente, no hay especialización a este nivel ni experiencia.
Contra el planeamiento atenta el que los oficiales cambian todos los años y también que en muchos casos los oficiales se quedan dos o más años en el Comando Conjunto son aquellos que no tienen proyección en la carrera. Es imprescindible darle al planeamiento estratégico la importancia que esté merece y concentrar allí los mejores oficiales. Por último, una Fuerza Armada profesional debe tener un Servicio de Inteligencia eficiente y la necesidad de esto es lógica. Parar ser moderna, la Fuerza Armada debe estar equipada con armamento de última tecnología que hoy en día es la electrónica.
Enrique Obando Arbulú – Profesor del Centro de Altos Estudios Militares