La importancia del periodismo social en la sociedad

Con frecuencia los medios de comunicación y la prensa, priorizamos las noticias de periodismo político, económico, policial, judicial, farandulero y deportivo, pero con menor frecuencia e intensidad el periodismo cultural, tecnológico y el periodismo social a quienes no le damos mucha cobertura periodística, a no ser que haya muchos fallecidos o heridos y tenga mucho impacto en una jurisdicción territorial. No hay una profunda investigación sobre el tema que confirme lo anterior, pero basta que cualquier ciudadano tenga en sus manos los diarios de circulación nacional y regional, observe los noticieros de televisión o escuche los programas de radio para revisar el contenido y comprobar que el periodismo social tiene muy poca cobertura en los medios de comunicación social y solo rebotan en las grandes cadenas nacionales e internacionales cuando hay varios heridos y muertos, como sucedió con el Arequipazo, cuando los characatos rechazaron la venta de EGASA en el gobierno de Toledo.
¿Qué entendemos por periodismo social? Varios académicos y periodistas han dado pistas sobre el tema. Alicia Cytrynblum sostiene que “el periodismo social no se conforma con el elemental cuidado de la información-pluralismo, independencia-rigor- propio de la tarea periodística, sino que suma su compromiso con los procesos sociales de su jurisdicción”. Ryszard Kapuscinski afirmó a su turno que el periodismo social es importante ya que el “papel del periodista en épocas de crisis es hablar de aquello que no se habla, subrayar lo que se margina, llamar la atención a la sociedad sobre aquellos aspectos de la sociedad que no tienen posibilidad de volverse temas estrella, de aquellos problemas que ni con el calzador se pueden meter en el estrecho marco de la reluciente televisión”.
Ambos autores sostienen entonces que el periodismo social es una responsabilidad social para la coexistencia de comunidades armoniosas y empoderadas en la toma de decisiones pertinentes que les permitan lograr el bien común al que aspiran todas las sociedades. Eso debe obligar a que los periodistas reorientar su rol y definir cuál es la función social de la prensa y no sólo priorizar los temas políticos, económicos ni policiales que generalmente tienen gran cobertura. Por lo tanto, es importante que los periodistas comprendan que en todo proceso hay tres actores centrales y otros colaterales.
En toda convulsión social, en primer lugar, están los representantes del estado o de los gobiernos quienes aprueban normas jurídicas o políticas públicas supuestamente en favor de la sociedad. En segundo lugar, siempre estarán presentes los representantes del mercado económico, sea de empresas de bienes o servicios públicos o privados que siempre tienen sus intereses. En tercer lugar, estarán los representantes de los sectores sociales de diversas instituciones y organizaciones que representan a la sociedad civil que no tienen poder político ni económico, pero si tienen el “poder de la calle o movilización”, quienes pueden jaquear decisiones políticas o económicas de los poderes públicos o poderes facticos. Ejemplos de ello son muchos en el mundo.
La prensa, que en algunas ocasiones, tienen sus líneas editoriales comprometidos con el poder político y económico, tiene entonces que sopesar si apuesta por defender sus intereses empresariales o defender el interés común, como sucedió con la última crisis política, donde la “gran prensa limeña” en su mayoría, salió en defensa del impresentable Vizcarra y acusó a Merino de un “pseudo golpe de estado” cuando no se cerró el Poder Judicial, ni el Congreso ni ningún organismo constitucional autónomo ni muchos menos a los gobiernos regionales ni locales.
Merino no expulsó a nadie al extranjero por razón de sus ideas, la prensa nacional no fue intervenida, los ciudadanos siguieron protestando contra Merino y las personas libremente en los medios de comunicación siguieron criticando algunos a Merino y otros victimizando a Vizcarra. En una emisora a nivel nacional que se autodenomina “la voz del Perú” se llegó a alentar la movilización de la población con el estribillo de “marcha nacional” y a participar como si fuera una maratón deportiva, pese a la pandemia sanitaria, convirtiéndose en los hechos en la “voz de Vizcarra”, desdibujando su imagen de independencia e imparcialidad, ya que el moqueguano carecía de representación parlamentaria para defenderse ante la vacancia que finalmente acordó el Congreso en su derecho constitucional de incapacidad moral según el artículo 113 inciso2 de la Constitución.
En resumen, la gran prensa capitalina, salvo honrosas excepciones, no salió en defensa de los principios constitucionales ni los valores morales que toda sociedad debe hacer respetar. La mayoría de ellos e incluso de reputados periodistas que son invitados a las escuelas de comunicación a dictar catedra periodística, se volvieron maniqueistas, presentando al “malo” como bueno y al bueno como “malo” algo que por primera vez se apreció en la última crisis política. No se practicó el periodismo social, donde los medios de comunicación se deben a la sociedad, y no al poder político ni económico que publicita sus bienes y servicios en la gran prensa nacional de la concentración capitalina.
El notable periodista y escritor, Gabriel García Márquez planteó cinco propuestas para un nuevo orden social que no han perdido actualidad y que los periodistas deberíamos tomar en cuenta: a) diagnosticar con la mayor exactitud los problemas que van a ser investigados, b) escuchar las voces de los beneficiados o afectados de una decisión del poder político o económico, c) analizar las experiencias exitosas y no exitosas de intervención pública de otros estados, d) supervisar las responsabilidades de los segmentos de la sociedad y cuestionar las omisiones, e) hacer el seguimiento de temas de reformas sociales.
No hay duda que en nuestra sociedad hay desigualdad y exclusión, pero también discriminación por edad, raza, discapacidad, por remuneraciones, por religión, etc. Los periodistas tenemos el deber ético y la responsabilidad social de no fomentar la marginación, exclusión y segregación en las coberturas de noticias a las minorías que generalmente soportan en silencio las consecuencias de las decisiones políticas, económicas o sociales.
Ante la desigualdad, la académica Cytrynblum, propone lo siguiente: a) evitar la criminalización de la pobreza, b) incorporar en las coberturas de noticias a las minorías, c) evitar discriminar el uso de adjetivos étnicos en temas policiales, d) denunciar todo tipo de discriminación en coberturas informativas. En resumen, las exigencias del mundo globalizado obligan a los medios de comunicación y periodistas a poner en práctica la especialidad del periodismo social y los temas sociales que no deben ser marginados y deben ser puestos en debate en los medios para encontrar soluciones con la participación ciudadana y evitar los conflictos sociales.
Los periodistas no deben ser voceros de políticos ni empresarios y los hombres de prensa deben estar comprometidos con la verdad, tratando de encontrar las causas de las demandas sociales y proponer soluciones a los problemas en su jurisdicción. En síntesis, tal vez sea una utopía, pero el periodismo social debe estar comprometido con la sociedad y no con el poder económico ni político, ya que corre el riesgo de deslegitimarse y perder credibilidad ante la opinión pública que es el mayor capital que deben tener los medios y los periodistas.
Hugo Amanque Chaiña – Periodista y Abogado