Para quién gobernará Sagasti: ¿Para los de arriba o para los de abajo?
Un tecnócrata convertido a político hoy nos gobierna. Francisco Sagasti tiene formación profesional y académica, algo de experiencia en gestión privada y pública, pero carece de experiencia política porque recién a sus 76 años ingresó al Congreso por el Partido Morado que es uno de los partidos de la “nueva derecha peruana” que la prensa capitalina adicta al impresentable Vizcarra, lo presenta como partido de centro político e ideológico. Antes de llegar a la presidencia interina, Sagasti en el debate parlamentario como vocero del Partido Morado, se opuso a la devolución de los aportes de la ONP, AFPS, la eliminación del CAS y apoyó indirectamente a evitar la vacancia de Vizcarra, incumpliendo su mandato constitución de control político a los altos funcionarios estatales que reclamaban sectores sociales afectados por la pandemia sanitaria y hastiados de la corrupción en el poder ejecutivo y legislativo.
Ahora que está de Jefe de Estado transitorio, tendrá que definirse con quien está finalmente. Con los sectores conservadores políticos y económicos que afirman que el modelo económico neoliberal es un intocable y no hay nada que cambiar de la Constitución de 1993, o está con el pueblo y los jóvenes que salieron a las calles para decir “basta” a los políticos corruptos y sus cómplices quienes demandan reformas constitucionales impostergables. Sagasti tendrá que definir entonces si gobernará para los de arriba, o para los de abajo. Al asumir la presidencia interina del país, Sagasti en su mensaje en el Congreso Nacional, se limitó a señalar cuatro cosas concretas: lucha contra la pandemia y reducir los contagios, ampliar los servicios de salud y buscar vacunas contra el COVID para sectores vulnerables, garantizar la estabilidad y equilibrio financiero y mejorar la ejecución presupuestal.
El nuevo inquilino de palacio de gobierno no dijo nada sobre la impostergable reforma tributaria, menos aun de una reforma del proceso de la descentralización. Tampoco sobre las reformas constitucionales, nada sobre la reforma pensionaria y lo más grave, sobre la lucha anticorrupción ni una sola palabra ya que es el peor cáncer que hoy tenemos en la sociedad y en el Estado. Ni una sola mención en su discurso presidencial a una auditoría a la gestión del ex presidente Vizcarra ya que esa es su obligación para demostrarle al país, que él no tiene ningún compromiso político con nadie y su única lealtad es a la Constitución y al pueblo peruano, que, aunque no lo eligió, llegó a ese cargo por sucesión constitucional como lo obliga la Carta Magna en el artículo 115.
Sagasti, en diversas entrevistas a la complaciente prensa limeña y de algunos periodistas de provincias que se alinearon con el impresentable Vizcarra en la reciente crisis política, anunció que el gobierno tendrá que contraer deuda por más de 30 mil millones de soles para equilibrar el presupuesto público del año 2021 en vista que en el año 2020 por la pandemia hubo una menor recaudación tributaria del 30%. Antes de endeudar al país, los peruanos le exigimos al gobernante transitorio que nos informe a los peruanos a cuánto asciende hoy nuestra deuda externa, ya que es un misterio y una incógnita para la mayoría de ciudadanos que ni los Congresos anteriores ni la prensa mediática capitalina nunca puso en agenda pública ni en debate.
Tenemos derecho a saber, dónde fueron a parar los préstamos, quienes se beneficiaron, a qué instituciones internacionales o países les debemos y según las proyecciones gubernamentales, a qué año tendríamos que cancelar toda la deuda externa contraída hasta el 2020. Sagasti y el ministro de economía que es un neoliberal que meses atrás afirmó a la prensa capitalina que era “una pérdida de tiempo hablar sobre reformas constitucionales”, tienen que explicarnos para qué quieren contraer más deuda y en qué sectores pretenden derivar si se concreta esa deuda, ya que algunos economistas entrevistados por nuestro portal digital, afirmaron que el gobierno podría utilizar nuestras reservas internacionales sin tener la urgencia de endeudarnos para reactivar la economía nacional.
El nuevo gabinete ministerial está compuesto en un 90% de tecnócratas sin peso político propio, comenzando con la primera ministra y la mitad de ellos trabajaron al servicio de empresas privadas y grupos económicos, por lo que es fácil presagiar que no tocaran nada del blindaje legal y tributario vigente que es una herencia nefasta del gobierno corrupto de Fujimori que continuaron Toledo, García, Humala, Kuczynski y Vizcarra, hoy comprometidos en múltiples casos de corrupción que avergüenzan al país. Sagasti al elaborar el nuevo gabinete ministerial, no ubicó a ningún profesional de los departamentos del interior del país, de sus universidades ni colegios profesionales lo que evidencia que a 199 años de vida republicana y ad portas del bicentenario, seguimos teniendo una elite política, económica y social que solo se mira el ombligo e ignora a la sierra y la selva, por lo que hoy tenemos otro gabinete centralista en el poder ejecutivo.
Sagasti perdió la oportunidad de pasar a la historia republicana del país en su mensaje en el Congreso, al no anunciar que ad portas del bicentenario 2021, la formación de una Comisión de Alto Nivel conformada por constitucionalistas de la derecha, centro e izquierda para que propongan algunas reformas constitucionales en la Constitución de 1993, , ya que ninguna Constitución es eterna, cuyo centro de reunión debió ser el Acuerdo Nacional, donde están representados las instituciones públicas, privadas, partidos políticos y organizaciones sociales que representan a todo el país. No lo hizo, porque obviamente, era chocar con intereses políticos y económicos del pensamiento conservador en el territorio nacional.
Sagasti tiene una deuda con el país y los jóvenes, ya que la mayoría de ellos desea reformas a la Constitución vigente o una Asamblea Constituyente. El inquilino de palacio de gobierno señaló días atrás que no es prioridad inmediata plantear una nueva Constitución en su gestión gubernamental, lo que personalmente considero una provocación. Se equivoca el gobernante transitorio porque esos mismos jóvenes que salieron a las calles rechazando a los políticos corruptos y demandando un nuevo presidente, ayudándole indirectamente que llegue a la presidencia transitoria, le exigirán y enrostrarán si él gobierna para los de arriba o para los de abajo. Espero equivocarme y no suceda lo de Chile, cuando el pueblo salió a las calles en continuas movilizaciones para exigir una nueva Carta Magna que costó decenas de muertos y heridos cuando la clase política conservadora chilena creyó que la Constitución pinochetista debió ser eterna, por lo que políticos chilenos tuvieron que retroceder para aceptar que el pueblo como soberano en las ánforas, defina si desea o no una nueva Constitución. Para quién gobernará Sagasti en sus ocho meses de mandato, ¿Para los de arriba o para los de abajo?
Hugo Amanque Chaiña – Periodista y Abogado