La reputación periodística debe reconstruirse luego de la crisis política
Cómo emulando lo que hace el gobierno (reaccionar recién después de la muerte de alguien) el lunes 16 de noviembre, canales televisivos de Lima pasaron a nivel nacional los excesos que cometió la policía durante las marchas de jóvenes y que habían sido grabados en primer plano. La pregunta es entonces ¿Dónde estuvieron estos videos durante los 6 días de protesta en que hubiera sido más conveniente publicarlos? ¿Dónde estuvo ese criterio periodístico para hacer notar antes esto a nivel nacional? ¿O es qué dos muchachos muertos recién sirve para ejercer su presión mediática en pro de futuros contratos?
Hace tres semanas en Arequipa el candidato de la nueva “solidaridad nacional” (renovación popular), Rafael López Aliaga, agredió verbalmente, a un periodista arequipeño llamándolo protector de corruptos por ser de un diario de alcance nacional. La semana pasada el mismo candidato, tal vez más asesorado, y también en Arequipa volvió a arremeter contra periodistas tildandolos de vendidos y protectores de corruptos. Pero esta vez diciendo «los medios de Lima» ustedes son gente honesta (los periodistas arequipeños). Y aunque parezca un gaje del oficio, lo que veo en el fondo es la realidad de los medios de comunicación en el país.
Como el estar en la capital, tan cerca a las esferas del poder, ha mercantilizado todo al punto de que el cuarto poder también antepone los intereses de sus propietarios a los del país. Y justos pagan por pecadores, pues al final lo que queda es que todo periodista en el país protege corruptos, se vende por cinco lucas o es un mermelero. Como hombre de prensa podría defender aduciendo que son malas percepciones. ¿Pero cómo?
En una semana de protestas la prensa de alcance nacional fue tibia, solo cumplió para la foto y recién cuando la sangre llegó al río, muestra en cadena nacional los excesos que ya desde días antes tenían para mostrar. Antes de la vacancia, la mayoría, fue del carga montón contra Martín Vizcarra al punto de que el cuarto poder soltó conversaciones del presidente «convenientemente» a un día de la vacancia, como quien pone la penúltima estocada dejando todo para ocultarse detrás del que da la última y a ello le sumamos que el Grupo El Comercio, ahora controla el 80% del mercado de la prensa escrita en el país, y que tenemos ya un mercado altamente concentrado y oligopolizado en el que cuatro grupos familiares o económicos controlan la mayor parte de la prensa, la radio y la televisión.
Si bien cada quien es dueño de sus negocios y los medios son empresas, el problema es que en el afán de hacer rentable la empresa, la estabilidad de un país está acabando entre las patas de los caballos porque el que debía “informar” acaba tejiendo una telaraña en la que la libertad de expresión hace las veces de caballito de troya, en pro de contratos que no le dejan al país un ápice de futuro ni rentabilidad.
Queda entonces desde las provincias; hacer mejores cosas, pensar más en un país que en un contrato, no ser tan tiempistas con la información, no omitir, reconstruir la reputación periodística tan venida a menos y sobre todo mostrar a nuevas generaciones de la comunicación que el alquiler de una conciencia periodística puede traer desgracia y muerte (la democracia hoy agoniza).
Ricardo Seminario Larico – Periodista