El presidente Vizcarra debe proponer una revisión integral de la Constitución de 1993 antes del Bicentenario afirma historiador Mario Rommel Arce
El abogado e historiador, Dr. Mario Rommel Arce, en la presente entrevista da a conocer los mejores y peores momentos que atravesó nuestro país, el aporte de Arequipa, los personajes emblemáticos, pero también da cuenta sobre las modificaciones que necesitamos como Estado Ad Portas del próximo bicentenario. Compartimos la entrevista en Arequipa Misti Press.
¿Qué fortalezas y debilidades tuvimos cuando nació el estado peruano en 1821 y cuáles de ellas se mantienen hasta hoy ad portas del bicentenario 2021?
Una fortaleza en 1821 era la necesidad de conseguir el autogobierno. La élite criolla logró el triunfo de su proyecto político. Una debilidad sería que, a pesar de los textos constitucionales, no nos reconocíamos una sociedad de iguales. A pesar de los actos simbólicos, los indígenas siguieron pagando su tributo y los negros continuaron siendo esclavos hasta 1854. Se perciben aparentes contradicciones, pero era el modus vivendi de la época. No hay que perder de vista el tiempo histórico, para no caer en anacronismos.
¿Por qué casi en 199 años de vida republicana tuvimos más gobiernos dictatoriales y autócratas que gobiernos democráticos?
La vocación autoritaria en América Latina se debe a que no teníamos hábitos democráticos. Como era lógico, transitar de vasallos a la condición de ciudadanos requería plena conciencia de los derechos y deberes establecidos en los textos constitucionales. Por otro lado, el principio de virtud cívica que inspira el nuevo orden republicano fue un valor que todavía cuesta asimilar. A diferencia del Antiguo Régimen, en que prevaleció el honor y el derecho de nacimiento, la república era la promesa del mérito, cumplida a medias. Es cierto que hubo un ascenso social de civiles y militares, provenientes del interior del país en el ejercicio del poder. Pero al mismo tiempo, pasaron a ser la nueva “nobleza de Estado”. En expresión del reconocido sociólogo francés Pierre Bourdieu, fue la nueva burocracia estatal. Asimismo, el nuevo orden republicano y sus textos constitucionales fundados en el contrato social, fue el nuevo Evangelio de los fundadores de la independencia. Como diría el filósofo y escritor francés Albert Camus, con iguales características del Antiguo Régimen: “sagrado”, “inviolable” y “absoluto”, para referirse a la ley, cuyo cumplimiento es igual para todos, en una sociedad desigual. Se proclamó el principio de igualdad ante la ley, en una sociedad diversa. El Estado teóricamente dejó de ser estamental como en el Antiguo Régimen, pero se impuso la sociedad de clases en el siglo XIX. Para un análisis comprensivo de la historia, el Estado peruano se fue construyendo con sus fortalezas y debilidades durante el siglo XIX. Incluso hoy, sigue en proceso de construcción.
¿Qué periodo del Perú puede considerarse como el mejor y el peor en nuestra época republicana?
En ningún caso hay buenos o malos periodos, porque la lógica política tiene su propia dinámica que la hace pasible de ataques y vituperios, como también de elogios y alabanzas. En el siglo XX, por ejemplo, hay quienes consideran como buenos los gobiernos de Leguía (1919 – 1930) y Odria (1948 – 1956). Sin embargo, hay otro grupo de personas que no dudan en calificarlos de autocráticos y dictatoriales. Para algunas personas el gobierno de José Luis Bustamante y Rivero (1945 – 1948) fue un gobierno que luchó por la democracia. En cambio, otras personas no tienen reparos en considerarlo de “inepto”. Si se trata de convicciones democráticas, no cabe duda que el gobierno de Bustamante fue ejemplar. Pero, a contracorriente del modelo económico liberal imperante, su política económica proteccionista, trajo consigo crisis y descontento popular. En cambio, Oscar R. Benavides y Manuel Prado fueron más acertados en el cargo. Así, por ejemplo, el primero gobernó sin el control del Congreso en el periodo 1936 – 1939. Sin embargo, su gobierno fue progresista y contó con respaldo popular. En su primer gobierno, Prado mantuvo a raya a los apristas, pero en su segundo periodo (1956 – 1962) estableció con ellos la política de la “convivencia”. Por eso, es relativo afirmar que hubo un buen o mal gobierno. En ocasiones el comercio de exportación creó las condiciones favorables para un boom económico, que a veces no coincidía con el buen manejo de la economía del país. En otros casos, dio estabilidad política a los gobiernos autoritarios.
El tiempo heroico del proceso de la independencia fue, tal vez, un acontecimiento histórico de memoria imperecedera. Contrariamente, la guerra con Chile fue un acontecimiento histórico trágico para la dignidad del país, que fue mutilado en su territorio, y humillado en su propio suelo. Aunque fueron muchos los héroes que sacrificaron sus vidas por salvar a la patria. En el siglo XX, el terrorismo, en nombre de la guerra popular, acabó con la vida de muchas personas inocentes del interior del país. El Estado, por su parte, debió subsanar sus errores de vacío y ausencia, para evitar futuros rebrotes de violencia.
¿Qué rol tuvo Arequipa y sus instituciones y profesionales durante los 199 años de vida republicana y a cuáles destacaría?
Bueno. El caudillo colectivo de Arequipa fue la pistola que apuntaba al corazón de Lima hasta 1866, como afirmó el historiador Jorge Basadre. Por lo tanto, su papel fue gravitante en la política nacional del siglo XIX. En el siglo XX, contribuyó a reforzar la democracia en 1930, 1931, 1950, 1987, 1955 y el 2002, mediante movilizaciones ciudadanas. Creo que habría que honrar a la población de Arequipa que anónimamente luchó por los valores democráticos. Algunos caudillos y líderes asumieron en alguno de esos momentos un determinado liderazgo, pero con el respaldo popular, de lo contrario no hubieran podido hacer nada.
¿A quiénes consideraría como los peruanos más emblemáticos del país que prestigiaron a nuestra nación ante el mundo ad portas del bicentenario, pero también a quienes denigraron el honor nacional en el exterior?
Lamentablemente, no son muchos, pero podemos citar a tres arequipeños: Víctor Andrés Belaunde, José Luis Bustamante y Rivero, y Pedro Paulet Mostajo. Así como también a otros personajes, como Javier Pérez de Cuéllar. Denigraron al país ante el mundo los ex presidentes Alberto Fujimori y Alejandro Toledo.
En 199 años de vida republicana, hemos tenido 12 Constituciones. Para algunos analistas el presidente Vizcarra debió proponer al Congreso una revisión integral de la Constitución de 1993 ad portas del bicentenario para perfeccionar nuestra Carta Magna. ¿Comparte esa opinión y qué artículos deberían modificarse de la Constitución?
Estoy de acuerdo. Creo que se ha perdido la oportunidad de debatir el pacto político contenido en la Constitución actual. Hubiera sido muy positivo para la salud del país, repensar el Perú que queremos a partir del marco constitucional. Sería necesario revisar el pacto social en materia económica. El contexto en que se dio la Constitución actual es otro al día hoy, teniendo en cuenta, además, la situación de pandemia que ha hecho pensar en el rol del Estado. No se puede estar únicamente a merced del capital. “No hay destino inexorable”, dice el historiador francés Pierre Rosanvallon. Se equivocan quienes confían únicamente en el mercado. Es necesario que el Estado asuma un rol más protagónico y no solamente subsidiario. Asimismo, deben revisarse los capítulos referidos a la función pública, el régimen tributario y presupuestal, la moneda y la banca; y el título de la estructura del poder. Este último muy importante. Lo que actualmente se hace son reformas parciales, concebidas sin un plan orgánico de reforma integral, para un nuevo proyecto de país. El escenario de un gran debate nacional para concebir un nuevo país, acorde con los cambios y progresos de los últimos 20 años, en el contexto nacional e internacional, sería una buena solución para repensarnos como país.
El 2001 se aprobó el Acuerdo Nacional con 34 Políticas de Estado que tuvo como horizonte el bicentenario del 2021. ¿Cree usted que los gobiernos desde Toledo han cumplido gradualmente estas políticas de estado?
Se han hecho algunos esfuerzos en los cuatro ejes temáticos; pero en muchos casos como consecuencia de denuncias, escándalos de corrupción, reclamos por una pronta administración de justicia, etc. Esta situación es contraria a lo que debe ser una respuesta oportuna del Estado para prevenir anomalías y, sobre todo, la desconfianza de la población con las instituciones más importantes del país.
Los gobiernos recurren al Consejo de Estado cuando hay crisis políticas y obvian al Acuerdo Nacional. ¿Es usted partidario de crear jurídicamente el Consejo de Estado que no está en la Constitución ni la ley?
Es un mecanismo de consulta importante con la finalidad de consensuar propuestas y legitimar decisiones. Debería formar parte de la Constitución, con facultades específicas, para darle a las decisiones del Ejecutivo respaldo en determinadas materias de interés público.
¿Percibe usted en el país y en Arequipa un ambiente pro bicentenario?
No. Las difíciles circunstancias que nos toca vivir ahora, creo que han anulado cualquier entusiasmo al respecto. Pero aquí también hay una oportunidad para reflexionar sobre el país que queremos para los próximos tiempos. La situación actual ha puesto de manifiesto, con más crudeza, lo que todos sabíamos o sospechábamos, las carencias en los sectores salud y educación: infraestructura, sueldos, modalidades de trabajo, tecnología. Esta es una oportunidad para mejorar. Aquí cabe mencionar lo dicho por Reinhart Koselleck acerca de la idea de progreso como un “mecanismo compensación temporal”.
¿Qué deberíamos hacer los arequipeños ad portas del próximo bicentenario del 2021?
El pueblo de Arequipa, fiel a su tradición democrática, debería recobrar los laureles de ayer, recuperando su liderazgo y virtudes cívicas, pero también trabajando más por su presente y futuro, sobre la base de que somos un pueblo con tradición.
¿Qué reformas urgentes requiere nuestra Arequipa para el 2040 cuando cumplamos el V centenario de Fundación Española?
Hay que proyectar una provincia en proceso acelerado de crecimiento y expansión. A los circuitos viales ya existentes, habría que agregar un servicio de transporte masivo que conecte a los distritos de Arequipa. Un anillo vial desde la periferia, yendo progresivamente a la descongestión del Centro Histórico. Y, por supuesto, puentes modernos que faciliten la comunicación y acorten las distancias entre los distritos. En el IV Centenario se propuso el primer Plan Regulador de la ciudad a cargo de Alberto de Rivero. Fue un hito para la expansión urbana de Arequipa. Desde entonces se han producido otros documentos similares, pero falta implementar un plan integral de desarrollo de Arequipa, que comprenda varios ejes de trabajo.
¿Cuál es su reflexión ad portas de las fiestas patrias 2020 a los gobernantes y gobernados del Perú?
A los gobernantes, que honren el lugar que ocupan cumpliendo a cabalidad con el mandato popular. A los gobernados, que no claudiquen de su poder soberano de cumplir y hacer la Constitución y las leyes.
Hay un problema de credibilidad con las personas y las instituciones. Eso es muy grave para la estabilidad del país. Es clamoroso recuperar la confianza en las personas y en las instituciones. De lo contrario, nada que podamos hacer para beneficio del país será viable, si no se restablece la confianza de la población en sus autoridades e instituciones. El pacto social peligra si no podemos confiar en el Estado, en el que mucha gente no se siente representada. Por eso, es necesario forjar un espacio de diálogo para afianzar el sistema político, con una reforma integral en materia política, judicial, económica y educativa.