El Coronavirus, una permanente amenaza
La tragedia humanitaria, lamentablemente, ha empezado no solo en nuestro medio, sino, en todo el mundo global como se anunció en la Cumbre de la Tierra realizado en Rio de Janeiro en junio de 1992, sobre el Medio Ambiente y Desarrollo. Por las atenciones que nos da la vida, hemos tenido la suerte de haber participado en esta Conferencia de Rio de Janeiro organizado por las Naciones Unidas, donde escuchamos con mucha atención a los diferentes expositores y expertos que se ocuparon del destino de la humanidad y dentro de ello, sobre las enfermedades que tendría que sufrir nuestro globo terráqueo, que no es sino, un problema serio que arrastra y arrastrará al sufrimiento de la población de las siete regiones que comprende la tierra.
En aquella conferencia, se habló mucho sobre el cambio climático, que la misma población lo ocasiona a través de la gran industria que muchos países desarrollados lo motivan. El Coronavirus o el CUVID-19, no es otra cosa que el brote de la epidemia que crea un clima de inestabilidad social y que culmina en una sociedad con consecuencias drásticas, que por lo general la sufren los más vulnerables de una sociedad como las mujeres, los niños, los discapacitados y ancianos, que también se refleja con más drasticidad en los países subdesarrollados o en vías de desarrollo y los altamente desarrollados.
Pero este sufrimiento, por lo general, es agravado por la inconducta de la población a través de la falta de educación y cultura, por la irresponsabilidad e ignorancia que a plenitud del día lo estamos demostrando. La falta de personalidad y honradez de muchas autoridades en nuestro medio a diferencia de otros países, que, si saben respetar las disposiciones, las normas que se dan y cuidan su integridad personal y familiar ante el avance de una enfermedad tan cruel y que no tiene fronteras como la guerra que derrota al ser humano, que no es sino una locura medioambiental.
Si recordamos, este fenómeno del Coronavirus, motivado por bacterias y otros síndromes malignos, fue en Constantinopla, por ejemplo, en el siglo XIV, motivó la muerte de 30 mil personas, así como hubo la segunda oleada el año 541 en el imperio Bizantino y en Marsella en 1720 que recrudeció la peste negra y en Canadá el año 2016, transmitidos por roedores y otros bichos, que a lo largo de los siglos dejan consecuencias fatales. Esta pandemia diezmó a pueblos enteros, como a los Bizantinos, que motivó en otras ocasiones la disminución de la luz solar.
El Coronavirus, no es circunstancial. Es una pandemia que compromete la existencia misma de la humanidad actual. No es un problema político, sino, es un problema de la existencia de la humanidad, por lo que no podemos ser indiferentes y ajenos a la reflexión sobre el destino de las nuevas generaciones y de la misma humanidad. La salud y la vida por encima de todo. Motivo por el cual tenemos que tener disciplina, educación, cultura y honradez para el tratamiento de este mal endémico. Esta reflexión, también debe encaminarse a la falta de educación que lo estamos constatando, a la falta de cultura que lo estamos expresando y a la falta de honradez en muchas autoridades, así como lo estamos constatando con claridad, la pobreza existe en nuestro país.
Volviendo a la Conferencia Mundial del Medio Ambiente y Desarrollo de Rio de Janeiro, se habló mucho sobre la posible invasión de mosquitos venenosos del África hacia América del Sur, así como se habló de la disminución del recurso hídrico en la Amazonia. Pareciera que todo tiene su momento tratándose de la humanidad y la naturaleza, que no es juego.
Dr. Fortunato Turpo Choquehuanca – Abogado en Derecho Internacional